NOTICIA: LOS 12 MEJORES POEMARIOS DE LUIS ÁNGEL BARQUÍN YA A LA VENTA EN AMAZON.ES, AMAZON.COM, ETC

NOTICIA: EL 15 DICIEMBRE DE 2015, HAN SIDO PUBLICADOS EN AMAZON LOS 12 MEJORES LIBROS DE POEMAS DE LUIS ÁNGEL BARQUÍN

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Para amantes de la poesía, ya están disponibles en las webs de Amazon, y en formato E-Book, los 12 mejores Poemarios de Luis Ángel Barquín:

- Luz de marzo
- Compromiso-
- Sonetos para una tarde de verano
- Más allá de las palabras
- Página
- Pulso
- Una luz en la luz
- Dhyana (en meditación)
- Cuaderno del vacío
- Esencia
- Ser
- Poemas de amor
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TE INVITO A VISITAR TAMBIÉN UNA LUZ EN LA LUZ -Blog de Luis Ángel Barquín sobre la Palabra Poética Universal: Poemas, Textos sobre la Poesía y la Creación Artística-

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viernes, 26 de diciembre de 2008

BLANCA

A Blanquita Pozuelo González,
que ha nacido esta noche, Nochebuena


Como la luna cuando, enamorada,
baña en su luz el alma del poeta;
como la nieve cuando cae discreta,
sosegando la tierra y la mirada;

como la nube pasa, ensimismada,
por el azul, sin precaución ni meta;
como la espuma que a la mar completa,
por las olas amantes invitada;

como la sal que, usada en su medida,
da sentido al bocado y a la vida;
como la página que no está escrita;

como esos pétalos de margarita
que posan su ternura en la cuneta…;
Blanca es tu nombre, y blanca, tu silueta.

Luis Ángel Barquín
Madrid, 24 de diciembre de 2008

viernes, 19 de diciembre de 2008

TU DEMANDA

Tu demanda era ser sin tú saberlo. Ser solamente tú, recién nacido adulto. Ser para ser, no más, a cada instante, para oler las orillas de tu propio destino, donde los juncos crecen y los caimanes duermen.

Tu demanda era andar, ser caminante y a la vez camino. Sin separar la tierra de los pies que la pisan, sin saber si el aliento es el viento que vive en cada paso, o eso que borra huellas y horizontes cuando el paso es el todo y la nada es la meta.

Tu demanda era ver al tiempo que mirabas. Sentir cómo tus ojos se posaban en todo, en cada cosa. Contemplar en sus órbitas, intrépidas y alegres, cómo las espirales y las ondas creaban el puro aprendizaje de la vida. Descubrir, con el dolor del éxtasis, los versos de la muerte escritos en las sombras y en las aguas.

Tu demanda era ser tu propia luz. Confiar en el rayo que ha nacido en tu alma para orientar tu mente, para estirar tu cuerpo. Ser un rumbo feliz en el viaje, que se troca, dichoso, por otro rumbo nuevo, curva auténtica, viraje hermoso de la necesidad.

Tu demanda era ser estrella errante, un guía de la noche, donde las voces callan a la fuerza o hablan en susurro, y las almas anhelan despertar. La noche cayó en ti, te dio fulgor de trazo y fuga. Te dio sabiduría para encontrar asilo en la penumbra, y chispa itinerante. Si alguien pretende detectar tu ruta y seguirla después, ha de mirar detrás de lo invisible por el día, y escuchar cada noche la vibración del cielo si navegas con tu traje fugaz.

Tu demanda era abrir el fondo de la tierra, tocar la cúspide del cielo… y hacerlo todo simultáneamente. El fondo de la tierra dio frescura y sabor a tu raíz. Una frescura de saber que creces desde antes, mucho antes, del suelo. Es el sabor de la humildad que vive del esfuerzo callado, definido y ceñido por la tierra. La cúspide del cielo dio abertura a tu anhelo, silencio claro y limpio para borrar deseos y tormentas. En ello intuyes tu devenir sin forma, eternidad que llega sin aviso… Y así, ha crecido un árbol como tú, alma gemela de la tuya, amigo al que te subes cuando el tigre te acecha y tú quieres mirarlo de cerca, desde donde contemplas todos los tiempos de tu espacio, sabiendo que tu árbol habita solamente en el ahora, el tuyo, aquí, contigo.

Tu demanda era amar, y Dios creó la oferta. El amor ha encontrado en ti su nido, tapizándolo de hojas y de abrazos, de síes amplios, cálidos. El amor con que amas te ha dotado de un cuerpo nuevo con el que ofrecerte para acoger mejor, más hondo y más preciso, como el agua de un pozo en el desierto, donde el cielo refleja otra imagen de sí con un marco que cabe en el mirar del hombre.

Luis Ángel Barquín

sábado, 4 de octubre de 2008

REGALO

No es aquello
que me diste o me darás,
y no es eso
que te di, que te daré…,
con la esperanza que el otro
o que alguien,
nos lo devuelva más tarde,
algún día
o en este preciso instante,
de otra manera o la misma.

No es aquello que se entrega
para sentirse uno bien,
para evaporar la propia
pena o la pena del otro,
para creerse uno bueno,
generoso,
del cielo merecedor,
para verse uno más rico
por dar y no recibir,
o aliviar
la atormentada conciencia.

No es la mano que se tiende
sólo por educación,
ni la mano que se estrecha
sin presencia
del corazón en el pulso,
ni la mano que se deja
disponible
mas deseando que nadie
la utilice
y obtenga el fruto de ella.

No es el amor enjaulado
en una simple palabra,
no es el deseo de dar,
ni de darse,
no es la concesión del premio
por la victoria o el mérito,
ni es la necesidad
de dar, de darse, ni es
lo que se compra y se dona,
lo que se roba y se ofrece,
ni aquello que se traslada
de dueño sin apreciar
su valor, su utilidad,
su pureza…

Puede que seas tú misma,
así, con curvas, aristas,
densidad, sombra y relieve,
luz, ausencia,
suavidad, firmeza y sed,
flaqueza, serenidad,
mirada y brillo, presencia,
inocencia,
ira y odio naturales,
tristeza, ternura y piel…,
aquello que me regala
la existencia
cada día
de tu vida y de la mía…

…quizá tú seas, mujer.

Luis Ángel Barquín

TIERRA Y ESPÍRITU

Tierra y espíritu…

Entre mis manos,
tus manos, y en
tus ojos,
los míos, tuyos.

Duerme la tierra.
Vela el espíritu.

La tierra
sueña: su sueño
es viento,
aire viajero.

Despierto,
ahora, el espíritu
viaja sin ruta,
solo, sin cuerpo.

La tierra duerme:
mujer, tú, amante.

El centinela
-yo sin yo, espíritu-
vigila
tu sueño, y todo.


Luis Ángel Barquín

PESO

Me hundo. La raíz
toma mi cuerpo.

Siento ascender un hilo
que pasa por mi centro.

Se besan, un instante,
la tierra, el cielo.

Luis Ángel Barquín

ESPERANDO AL AMOR

Esperando al Amor, me arrodillo
y sello mis labios...
...en silencio permanezco.
Siento un desierto crecer
dentro de mi pecho.

El desierto,
por fuera, por dentro.

Unas nubes van pasando
sobre el viento...
... van hacia el este deprisa.

¡Oh, qué lento gira
este anochecer,
con qué parsimonia suben,
tímidos,
los luceros!

Miro el cielo:
millones de interrogantes
buscan ser resueltos.

Me miras, te observo,
descubres mi pensamiento.
Me desnudas,
te contemplo.

Cerca y lejos,
se oyen unos pasos...
...dos sombras emergen del pasado.
Son nuestras dos sombras
ya sin nuestros cuerpos...
...el misterio.

¡Seguiremos esperando!

Luis Ángel Barquín

SANACIÓN

Hay miedo...

...Voy sacando a la luz.
poco a poco, mis más profundas
heridas.

A la vista de todos
están,
pueden hurgar todos en ellas,
podrán hacerlo
hasta que el viento
y el sol las curen para siempre.

Van llegando unos cuervos.
Me preguntan por qué,
por qué no cubro mis vergüenzas,
por qué desnudo mi dolor...
...Y no sé qué decirles.
Me ven tan indefenso,
que les parezco soso, crudo, fácil
presa, y se alejan.

Unos niños se acercan.
En sus manos, hay flores
desconocidas.
En sus ojos, estrellas
de ignotos firmamentos.
Miran cómo la sangre
sigue manando,
oscura, de mi sombra.
Tocan mis labios...lloro.
Se van...mi corazón
se va con ellos.

Después, no pasa nada
durante mucho tiempo, no sé cuánto,
no logro recordarlo...

...La primavera llega:
cicatrices y rosas
cubren todas mis deudas.
Mi sangre ya no es negra.

La brisa
viene preñada de un perfume:
tu química presencia...
...y llegas.

¡Qué limpia es tu sonrisa,
qué nueva!
¿Qué esencia
estás vertiendo sobre mí
para apagar la brasa de mis venas?

Mi pulso late sin sentido,
Mi frente vuela.

La sanación recoge de mi tierra,
silbando, su cosecha.

Luis Ángel Barquín

ORACIÓN -II-

Hoy, empiezo a escuchar
las voces,
esas voces que están siempre escribiendo
mi historia verdadera.

Las siento amanecer
por detrás de las cumbres
de mis recuerdos.

Me llaman
por el nombre que tuve
una vez, en un sueño.

Sus palabras no pesan,
no hieren,
no engañan,
no existe diccionario
que las contenga.

Sólo vienen a verme
-¡como los pájaros!-
cuando el viento no mueve
mis ramas
y las viejas raíces se relajan.

Son las amigas únicas
del único silencio.

Hoy, he logrado oír
cómo cantaban en las fuentes,
como gritaban en el viento,
cómo roncaban en las piedras,
cómo rezaban en las flores,...
...cómo lloraban en tu piel,
traduciendo la vida
a mi torpe lenguaje.

El silencio me rapta, como un ave,
y me lleva a su nido,
tapándome los ojos...

...¡Qué regocijo!
Aquí, lo encuentro todo
por un instante,
el mismo que se lleva
todo el deseo.

Aquí te espero, ¡Amor!,
¡aquí te espero!

Luis Ángel Barquín

SALA DE ESPERA

Sentado estoy, esperando...
...mi vista recorre
las paredes: cuadros,
fotografías veloces,
espejos ensangrentados,
grietas y relojes,
todos atrasados.

Llega un tren muy despacio:
pasajeros,
hambre, sed, cansancio.
Unos suben,
otros bajan,... y otros van llegando.

La sala queda vacía,
parece un estanque helado...

...Un niño llega primero,
¡Ojos de relámpago!
Me mira un instante,...
...contemplo, de un golpe, mi pasado.

Después, llega un viejo
¡tan cansado!
Ni puede sentarse,
su tren parte de inmediato.
No me ve.
Sale de la sala, muy despacio,
hacia el tren. ¡El equipaje!,
le grito, ¡se lo ha dejado!...
...no me oye.

Me voy levantando.
Voy a coger mi maleta...
...siento una mano, ¡tu mano!
¿Cómo no me he dado cuenta
de que estabas a mi lado?
Tus ojos rezuman
despedida, un algo
tembloroso sube
a tus labios.

De mi cuerpo brota
todo el dolor enterrado.

En tu mejilla, mi beso.
En mi corazón, tu llanto...

...Y me marcho.

Luis Ángel Barquín

EL ROSAL SECRETO

En un sueño de olvido,
he visto todas mis poesías
brotando de la sombra
de un rosal escondido,
secreto.

Las observé tendido
boca arriba en el pecho de la noche.
Eran palabras
hechas de lucidez y de agonía,
palabras como pétalos
que, con el agua por caer, crecían.

La Luna se alegraba
como una madre silenciosa y tibia,
acariciando con sus rayos
mi frente pensativa,
y pintando a las rosas
de un blanco ceniciento sus espinas.

Y vi que te acercabas
por la vereda de las piedras indecisas.
Llevabas enredados en tus manos,
preguntas y silencios.

En tus ojos, las rosas se miraron,
y al salir proyectado su reflejo,
vi todas mis poesías
volando como espinas chispeantes
por el cielo olvidado de mi sueño.

Luis Ángel Barquín

MARIPOSA

No he bajado a mi alma,
no he visto mis raíces de árbol viejo...

...Y llegas,
y te desnudas,
y me hablas de calor con tu mirada...

...Y sólo siento frío,
un frío suave y cómodo que aturde...

...Fijamente me miras,
como una mariposa que conoce
la flor,
el polen,
y la semilla,
de mi dolor, que quiere ser libado...

...Te posas en mi oído,
me dices
un no sé qué que suena a maravilla
y a escalofrío...

...Has entrado en mi alma,
lo sé porque la siento estremecerse
en tu contacto de agua cristalina,
pura, inocente.

Luis Ángel Barquín

TANGO

Estoy subiendo la escalera
que conduce a tu imagen.

Cada reflejo que me llega,
me muestra los peldaños que me faltan
para entregarme
a la imperfecta capa
que te adorna y custodia tus secretos.

Respiras enigmática...
...una fragancia de pestañas lentas
ha atado tu cintura con la mía.

Cada paso nos baila hacia la muerte,
en una seductora
traición que rasga los compases
de este tango imposible,
con su tacón de hielo.

¡No te amo todavía,
me falta tanto para ser oído
que te escuche por dentro, sin mover
un músculo de espacio!

¡No me engañes, querer, no me distraigas!
Quiero caer al fin por tu escalera,
y sentir el regreso
a mi patria sin nombre, ni pasado.
Desde acá, quiero verte,
quiero bailar, saliendo de mi sombra,
ese tango imposible donde nuestras dos luces
se fundan en un beso.

Luis Ángel Barquín

NOCTURNO

En el nocturno
preámbulo de nuestras almas,
descubro
un corazón azul de sangre pálida,
manos de sueño,
labios de imagen olvidada,
ojos de luna,
y pies de sombra que se ensancha.


Una lechuza enciende
la magia
de lo invisible... El agua
añade su cristal
de notas de piedra y de plata.

Un gato se aproxima
maullando un mantra.
Reluce el miedo
como la tela inmensa de una araña.

Ya van naciendo
las flores de la escarcha...
...Sobre sus pétalos, muy quietos,
aguardaremos juntos la mañana.

Luis Ángel Barquín

viernes, 3 de octubre de 2008

MILLION DOLLAR BABY -ARTÍCULO SOBRE EL FILM-

LUZ DESDE LA PENUMBRA –MILLION DOLLAR BABY–

En MILLION DOLLAR BABY, su último largometraje recientemente estrenado en España, Clint Eastwood trata de profundizar más aún en la sencillez de su narrativa cinematográfica, y lo consigue con creces. La atención de su mirada sigue siendo capaz de captar los detalles más triviales de una historia junto con sus momentos estelares, para servirnos un menú delicicioso donde cada ingrediente cobra su importancia como complemento que realza todo lo demás.

Apoyando sólidamente la estructura del film, sobre la interpretación de tres magníficos pilares de la talla humana y sensibilidad artística de Hilary Swank, Morgan Freeman, y él mismo, Eastwood dirige la ficción como prolongación, quizás, de su propia vida, permitiendo que los acontecimientos vayan sucediendo por sí solos, como un espectador más que fuese a la vez observando y contando la misma historia a sus compañeros de fila en la sala de cine.

La compenetración en la ficción entre Scrap (Freeman) y Frankie (Eastwood) va más allá de la complicidad, adentrándose en los parajes de la comunión humana. Se percibe la fiel amistad entre ambos dentro y fuera de la pantalla, donde pausa y movimiento, acción e inacción, se equilibran de manera natural, siendo la voz de Freeman la que nos habla con sabiduría, momento a momento, sobre los vaivenes del corazón del personaje de Eastwood, mostrándonos sus debilidades, remordimientos, preocupaciones, y también su lealtad y ternura.

De nuevo, Morgan Freeman compone un personaje de modo portentoso, con esa sencillez que asombra por su espontaneidad, siendo hasta tal punto capaz de interiorizar la psicología de Scrap, el veteranísimo boxeador retirado y tuerto, que nos olvidamos por completo de su interpretación, siempre elegante y fluida. Cuando entran en acción, Eastwood parece ser el caballero y Freeman, el escudero, pero a medida que transcurre la cinta, intercambian con soltura sus papeles de forma misteriosa, borrando sus elementos diferenciadores.

Por su parte, Hilary Swank (Maggie), plenamente consciente de la seducción de su sonriente y poderosa mirada, bajo la cual los destellos de sus dientes iluminan por sí solos la pantalla, destila determinación inquebrantable para hacer más que creíble su papel y, como personaje, para alcanzar su sueño de escapar, por la puerta grande, del basurero en el que sobrevive desde hace veinte años. La actriz absorbe la luz que Eastwood le surte, y la refleja en una interpretación inolvidable, que nos transporta al territorio del cine clásico que Eastwood tanto admira y que sigue añorando cada día a través de su forma de ser y de estar. Swank no duda en penetrar hasta la sangre y los huesos de la boxeadora, dotándola de un aspecto atlético creíble por no exagerado, y en contener su expresión hasta hacerla atrayente como un imán. Su catarsis deviene a través del rigor y la pasión con que aprende de Frankie el arte del boxeo y de la vida, conservando su capacidad de decisión en última instancia.

Eastwood se dirige a sí mismo una vez más, atreviéndose a mostrar su rostro castigado por el tiempo, casi como la máscara de su mito viviente, tras la que pretende ocultarse sin lograrlo. Su constante sensibilidad manejando los hilos del talento, nos revela su presencia desde unos ojos situados en un lugar cada vez más elevado en su cara, desenmascarando su verdadero pudor.

En la película, el director juega constantemente con la luz cenital, que unas veces oculta la cabeza de los personajes, y otras, realza las aristas de sus rostros, salpicándolos de sombras que protegen la mirada y enfatizan el lenguaje de los pómulos, los arcos de las cejas y las barbillas.

Clint Eastwood es un verdadero pistolero cinematográfico, en permanente acecho de lo aparentemente insignificante, que resulta ser a la postre lo más real: la calidad de la de lejía con que se limpia el gimnasio, los agujeros de los dos tipos de calcetines que usa Scrap a la hora de dormir o trabajar, su humilde pero acogedor cuarto, donde habita dentro del gimnasio, o la importancia de dar veracidad a la propia historia de los personajes secundarios del film: los boxeadores que nunca llegarán a tener éxito y que deambulan por la sala de entrenamiento como sombras a la deriva, los familiares de la boxeadora protagonista, las rivales a las que ésta se irá enfrentando en pos del título mundial, el párroco de la iglesia a la que acude Frankie desde hace veintitrés años, buscando la redención a sus pecados, etc.

En cada nueva película dirigida, Eastwood va despojando más y más su romanticismo de lo no esencial, para permitir que el amor florezca en toda su pureza. En MILLION DOLLAR BABY, se sirve de la relación iniciada a regañadientes entre Frankie y Maggie, para ir transformándola golpe a golpe en profunda amistad entre dos seres que se admiran, respetan y enamoran casi al borde de la muerte de ella, en la conclusión de la cinta. Sugiriendo varias veces que la diferencia de edad entre los presuntos amantes es casi insalvable para la materialización de su mutuo amor, Eastwood consigue despistarnos y sólo al final, cuando Frankie descubre a Maggie el significado de las palabras en gaélico bordadas en su bata de boxeo, “mi amor, mi sangre”, nos declara su verdadero sentimiento hacia ella, constituido por una mezcla de amor paterno hacia esa hija que hubiera deseado tener en su hija verdadera - a la que lleva años sin ver ni escuchar -, y de amor del hombre viejo hacia la mujer joven. La sutil expresión de ese amor, plenamente correspondido por ella, va manifestándose en las tartas de limón que comparten, símbolos de besos y caricias no hechos realidad, en los abrazos después de las victorias en los combates, o en la cariñosa insistencia de él para que ella se proteja en todo momento, fuera y dentro del ring, sugiriéndole que compre una casa con los ingresos del boxeo o rechazando inteligentemente las ofertas de combates de los managers de las boxeadoras cuando los consideraba precipitados para su pupila.

El concepto que tiene Eastwood de la familia como institución queda valientemente expuesto en el filme, dejando patente cómo su amigo y empleado Scrap, la boxeadora Maggie y Frankie, constituyen la familia verdadera donde todos sus miembros se quieren, se admiran y confían entre sí. Quedan en entredicho, a merced de la piedad del espectador, los hermanos y madre de Maggie, a la que nunca han apoyado y a la que intentan explotar cuando queda inválida, y la propia hija de Frankie, que sólo da señales de vida en esta historia a través de las innumerables cartas que devuelve a su padre por correo y en las preguntas que sobre ella hace a Frankie el párroco de su iglesia.

Eastwood permanece fiel a sí mismo y aquella época en la que maduró como artista total y como persona, nadando contra la corriente imperante desde hace décadas en el cine y en la vida de buscar el éxito inmediato, sacrificando el disfrute del día a día en el aprendizaje de cualquier arte, destreza o trabajo. Se concede el tiempo de calidad que necesita para gestar sus creaciones y hacerlas crecer con los nutrientes necesarios para convertirlas en obras de arte. En su cine, y especialmente en esta cinta, resalta la importancia del trabajo bien hecho, de la espera paciente y confiada hasta que el fruto caiga solo del árbol, del agradecimiento sincero a los que te prestan su ayuda y cariño, de la defensa del débil, no permaneciendo impasible ante los abusos del poderoso...

Eastwood parece reírse de Frankie valiéndose de la ironía de Scrap, que critica la utilidad de aprender en sus ratos libres el gaélico irlandés, dialecto derivado de la lengua céltica. Pero, a la postre, son los conocimientos de gaélico los que permiten a Frankie impulsar aún mejor a Maggie hacia el estrellato mundial mediante el aliento que miles de irlandeses en todo el mundo, y a priori neutrales, van proporcionándole en cada combate.

En los últimos planos del filme, Frankie desaparece materialmente - como al final lo hacía su personaje de pistolero justiciero en Sin Perdón, su maravilloso western de 1992 -, refugiándose en tierra de nadie para salvarse del juicio final a sí mismo por ayudar a Maggie a morir. Pero el espíritu de Frankie permanece flotando en la narración hasta el mismo final de la película, cuando a través de los sucios y gastados cristales de la oficina del gimnasio, vemos cómo Scrap, mientras de un piano brotan las nostálgicas notas de un blues, continúa escribiendo a la hija de su amigo, tratando de explicarle cómo era en realidad el hombre oculto bajo aquel rostro impenetrable.

Puede que Eastwood tuviera de niño un sueño inolvidable: llegar a ser un verdadero creador de sueños. Después de enamorarse de la música, deviniendo intérprete de piano, compositor y productor, de dar vida a tantos magníficos personajes a lo largo de su extensa y sólida carrera como actor, y de ver reflejada su humanidad en los ojos de los que han caminado junto a él en algún momento, lleva ya más de tres décadas soñando que toca el cielo de la creación del séptimo arte: cada vez que despierta de su sueño, una estrella cae del firmamento, y él, cogiéndola al vuelo con sus manos grandes, nos ofrece su luz desde la penumbra en forma de auténtica película.


Luis Ángel Barquín

Dirección: Clint Eastwood. País: USA. Año: 2004. Duración: 137 min. Género: Drama.Interpretación: Clint Eastwood (Frankie Dunn), Hilary Swank (Maggie), Morgan Freeman (Eddie Scrap-Iron Dupris), Jay Baruchel (Danger Barch), Mike Colter (Big Willie Little), Lucia Rijker (Billie), Brian O'Byrne (Padre Horvak), Anthony Mackie (Shawrelle Berry), Margo Martindale (Earline Fitzgerald), Riki Lindhome (Mardell), Michael Peña (Omar), Bruce McVittie (Mickey Mack).Guión: Paul Haggis; basado en relatos recogidos en "Rope burns" de F.X. Toole.Producción: Clint Eastwood, Albert S. Ruddy, Tom Rosenberg y Paul Haggis.Música: Clint Eastwood. Fotografía: Tom Stern. Montaje: Joel Cox. Diseño de producción: Henry Bumstead.Dirección artística: Jack G. Taylor. Vestuario: Deborah Hopper.Estreno en USA: 15 Diciembre 2004. Estreno en España: 4 Febrero 2005.

AGUA (WATER) -ARTÍCULO SOBRE EL FILM-

ASOMBRO POR LO COTIDIANO – AGUA (Water) –

Hay películas que invitan sin estridencias a la reflexión, y nos devuelven a la cruda realidad de nuestro planeta, cada vez más explotado y menospreciado, donde vivir y morir con dignidad se torna cada día más arduo. Otras están concebidas como un puro entretenimiento para grandes masas a escala mundial, sólo con el fin de perpetuar la dictadura del consumo fácil. Las hay que pretenden relatar con humor y naturalidad la vida de un grupo de personas aparentemente no relacionadas entre sí. Se hacen películas redondas, en las que todos sus ingredientes y artífices se ponen por entero al servicio de la historia que pretende ser contada para elevar el arte cinematográfico a las cimas del clasicismo. Hay cintas que giran sobre sí mismas en un alarde de intelectualidad que muy pocos llegan a apreciar; son obras a menudo carentes de ritmo y pasión, de duende. Algunas están destinadas únicamente al lucimiento de las megaestrellas de la interpretación, para relanzar sus deterioradas carreras o afianzarlas más si cabe...
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Agua, último largometraje de la realizadora canadiense nacida en India, Deepa Mehta, pertenece a la estirpe de películas que se gestan y nacen como un poema visual, y sólo así pueden ser absorbidas por el espectador. La forma en que la realizadora nos muestra la vida de un grupo de viudas en la India colonial, en pleno movimiento de emancipación liderado por Gandhi, tiene mucho más de poema que de narración. Muchas cosas suceden durante las casi dos horas de metraje del film, mas lo importante no son los acontecimientos ni su interrelación, sino la actitud con que se nos invita a aproximarnos a ellos, insólita en el panorama del cine actual.
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En Agua, el tiempo y el espacio son trascendidos continuamente para crear una sensación de tremenda profundidad en los planos. Muchos de ellos principian con una imagen hipnótica (por ejemplo, la sombra de un arbusto en el suelo de la casa de viudas) que nos conduce con delicadeza por su recorrido hacia su conclusión.
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La fotografía, obra del brillante Gilles Nuttgens, se sirve de una paleta de colores cálidos y de otra de fríos, para separar el bullicio exterior de la ciudad, de la soledad no elegida del interior del ashram (Casa) de las viudas. Los tonos fríos y cálidos son empleados también para diferenciar los distintos ambientes y momentos en la Casa. Los fríos alcanzan gran protagonismo en las hermosas escenas nocturnas de silencio o susurro del patio del ashram, y subrayan la desolación de paredes y suelos que albergan a sus mujeres. Dentro de una atmósfera de tanto dolor como aquélla, los tonos cálidos nos permiten contemplar el cuarto de la hermosa y joven viuda Kalyani, enamorada de Narayan, joven y apuesto idealista, seguidor de Gandhi, como un recinto de esperanza hasta el que se cuela la luz de los corazones de la niña viuda Chuyia (asombrosa, la interpretación de la niña Sarala), de Narayan, y de la viuda Shakuntala, cuya inteligencia despierta irreversiblemente al final de la cinta para ser el comodín del que todos se sirven.
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En el film, uno se topa con la poesía por todos lados: está en los amplios planos que nos muestran el agua de las fuentes en los jardines, la poderosa lluvia tropical sobre el río y la parte de la ciudad al otro lado de éste, con los que Mehta nos pinta “el lienzo” de cada personaje, el lugar y el momento que dan sentido completo a su expresión; la poesía late en algunos planos con el ascenso de la cámara desde el suelo del patio de la casa, sobre el que las viudas comen, duermen, sueñan, envejecen y mueren, hasta la espléndida vista de la Luna india, inmenso testigo de su realidad; la poesía se significa en el perrillo que Kalyani esconde en su cuarto, en la alegre tristeza de los ojos Chuyia; contra la gran cortina de la noche, la poesía arde en la luz de las antorchas de los que cruzan el río sigilosamente en barca o de las pequeñas lámparas que nos desvelan el secreto de un amor imposible.
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La romántica naturaleza de los sentimientos entre Kalyani y Narayan, se subordina con placer al romanticismo que abarca por entero la película. El dolor y el sufrimiento de las viudas no son captados por la cámara como la realidad única de sus vidas sino que son tratados con sabiduría como complementarios del placer y la dicha, y cual vehículos del deseo primordial del ser humano de alcanzar la libertad total para expresarse con sencillez y sin temor.
XXXXXXXXXXXX
La elegancia en la acción, en la inacción, es otro de los invitados en Agua. Una gracia invisible, que nos relaja y seduce a la par, se apodera de las imágenes y nuestro cerebro para anclarnos con firmeza a la butaca en todo momento, asistiendo atónitos al milagro de este film. Agua nos invita a sumergirnos en ella y abandonar por unas horas la lucha de la razón. Nos ayuda a descubrir que todos disponemos de un corazón cálido y tierno, donde reside la auténtica empatía, que siempre espera recibir la visita de nuestra atención. Otra hazaña de Agua es que en su presencia, nos permitimos soñar con ser verdaderos artistas por unas horas, las que duran su proyección y su estela en nuestra retina.
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Si esta película tardó cinco años más de lo previsto en ver la luz de las salas fue gracias a la intolerancia y el fanatismo religioso del fundamentalismo hindú, que trató por todos los medios de impedir su rodaje en India en 2000, pese a que el Gobierno local había dado su consentimiento para ello. La responsabilidad contraída por la directora con las viudas de India para hacer pública su historia y realidad actual, y su honesto compromiso artístico consigo misma y sus colaboradores, hizo que el productor y ella tardaran cuatro años desde entonces en lograr materializar el proyecto en Sri Lanka, teniendo que cambiar el reparto y renunciando a recrear Varanasi. Superaron dificultades como la de la niña Sarala (Chuyia), que nunca había interpretado hasta entonces, no hablaba indio ni inglés, y tuvo que aprender su papel fonéticamente, siendo dirigida por Mehta por señas y ayudándose de una intérprete.
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Sobre la superficie del mítico río Ganges a su paso por la ciudad santa de Varanasi en India, quedará siempre flotando, amarrado a sus embarcaderos, el amor que Mehta nos ofrece encapsulado en el arte de Agua. Esta obra maestra del cine ya baja, rápida e inexorablemente, junto a su directora, reparto y resto de colaboradores del film, hacia del mar de la poesía primordial, fuente de la Belleza a la que todo retorna, y que florece con mayor esplendor en el asombro por lo cotidiano.
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Luis Ángel Barquín
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Título de la película: AGUA (WATER). Dirección y guión: Deepa Mehta.
País: Canadá. Año: 2005. Duración: 115 min. Género: Drama.
Interpretación: Seema Biswas (Shakuntula), Lisa Ray (Kalyani), John Abraham (Narayan), Sarala (Chuyia), Manorma (Madhumati), Waheeda Rehman (Bhagwati), Kulbushan Kharbanda (Sadananda), Raghuvir Yadav (Gulabi), Vinay Pathak (Rabindra), Ronica Sajnani (Kunti).
Producción: David Hamilton. Música: Mychael Danna. Fotografía: Giles Nuttgens.
Montaje: Colin Monie. Diseño de producción: Dilip Mehta.
Dirección artística: Sumant Jayakrishnan. Vestuario: Dolly Ahluwallia.
Estreno en Canadá: 4 Noviembre 2005. Estreno en España: 3 Marzo 2006.

lunes, 29 de septiembre de 2008

HUELLA

El pie pisa la tierra del camino... Mas la huella que queda –silencio sólido, sentido- sobre las cosas y la gente, es la del corazón que ha amado sobre sus propios pasos.

Un corazón despierto necesita la piel del cuerpo, toda, para latir sintiéndose invitado al ahora. Dichoso, el corazón expande su tamaño y toca, con celeste precisión, los confines del mundo, dejando así su impronta indeleble, sencilla, en la memoria del gran cero.

Luis Ángel Barquín




domingo, 28 de septiembre de 2008

ACEPTACIÓN

¿Cómo sabes que no eres perfecto,
total, bello?

¿Por qué no pruebas a ser tú mismo,
tan cuerdo y tan loco?

Cuando llegues al sitio que quieres,
¿serás feliz?, ¿más que ahora?

¿Qué tiene de erróneo, de insensato,
disfrutar a cada instante?

¿Sabes dónde se encuentra el lugar
donde eres ya rey o reina?

¿Debes algo a la vida, a la muerte,
al cielo, al mar, a los hombres?

Si no intentas cambiar lo de afuera,
¿sabes lo que ocurre?

Si te sientas a mirar al río
pasar, ¿se hace tarde?

¿Por qué quieres seguir con la lucha
donde siempre pierdes?

Hablo solo: las mismas preguntas
que lanzo a las nubes,
siempre vuelven a mí con fragancias
de flores y estrellas
que así me responden.

Luis Ángel Barquín

VALORES

Lo que me cuesta alcanzar un estado, es su valor. Aquello ya a mi alcance, sin esfuerzo aparente por mi parte, tiene el valor que mi atención adquiere por dejar que suceda, por permitirlo en mí: detenido silencio en el ahora.

Me miras: el amor en tus pupilas es una danza sobre mi corazón, un beso inmenso que acepta mi mirada, tornándose más pura. Permito que suceda, lo valoro apartando mi yo. Queda sola mi alma.

Llega tu confianza abarcándolo todo. Te das. Armas tu piel de elipse abrazando mis dudas. Abasteces mi asombro con tu misterio táctil. Me relajo. Construyes un hogar ambulante que no sirve más allá de este instante. Su valor es efímero y eterno: se desvanece y surge de su nada, en un bucle continuo.

No puedo dar valor a lo que ya lo tiene por concesión del mundo. Reconocerlo, sí que puedo.

Admitir sin reservas que la vida es vivida a través de sucesos y cosas sin valor aparente…; ofrecer al fulgor del nuevo día, las fuerzas que me queden para aprender a amar lo recibido, para seguir la pista de aquello que me espera desde siempre…;
es digerir lo simple, entrar en su morada dejando que entre en mí viajando por mis vísceras, que sentirán el signo de sus valores múltiples, aquellos que se absorben solamente en las propias entrañas.

Luis Ángel Barquín




sábado, 27 de septiembre de 2008

SALINAS, PEDRO -POEMAS MÍSTICOS-

TE BUSQUÉ POR LA DUDA

Te busqué por la duda:
no te encontraba nunca.
Me fui a tu encuentro
por el dolor.
Tú no venías por allí.
Me metí en lo más hondo
por ver si, al fin, estabas.
Por la angustia,
desgarradora, hiriéndome.
Tú no surgías nunca de la herida.
Y nadie me hizo señas
-un jardín o tus labios,
con árboles, con besos-;
nadie me dijo
-por eso te perdí-
que tú ibas por las últimas
terrazas de la risa,
del gozo, de lo cierto.
Que a ti te encontraba
en las cimas del beso
si duda y sin mañana.
En el vértice puro
de la alegría alta,
multiplicando júbilos
por júbilos, por risas,
por placeres.
Apuntando en el aire
las cifras fabulosas,
sin peso de tu dicha.

FE MÍA

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.


TÚ NO LAS PUEDES VER

Tú no las puedes ver;
yo, sí.
Claras, redondas, tibias.
Despacio
se van a su destino;
despacio, por marcharse
más tarde de tu carne.
Se van a nada; son
eso no más, su curso.
y una huella, a lo largo,
que se borra en seguida.
¿Astros?

no las puedes besar.
Las beso yo por ti.
Saben; tienen sabor
a los zumos del mundo.
¡Qué gusto negro y denso
a tierra, a sol, a mar!
Se quedan un momento
en el beso, indecisas
entre tu carne fría
y mis labios; por fin
las arranco. Y no sé
si es que eran para mí.
Porque yo no sé nada.
¿Son estrellas, son signos,
son condenas o auroras?
Ni en mirar ni en besar
aprendí lo que eran.
Lo que quieren se queda
allá atrás, todo incógnito.
Y su nombre también.
(Si las llamara lágrimas,
nadie me entendería.)


A TI SÓLO SE LLEGA

A ti sólo se llega
por ti. Te espero.
Yo sí que sé dónde estoy,
mi ciudad, la calle, el nombre
por el que todos me llaman.
Pero no sé dónde estuve
contigo.
Allí me llevaste tú.
¿Cómo
iba a aprender el camino
si yo no miraba a nada
más que a ti,
si el camino era tu andar,
y el final
fue cuando tú te paraste?
¿Qué más podía haber ya
que tú ofrecida, mirándome?
Pero ahora,
¡qué desterrado, qué ausente
es estar donde uno está!
Espero, pasan los trenes,
los azares, las miradas.
Me llevarían adonde
nunca he estado. Pero yo
no quiero los cielos nuevos.
Yo quiero estar donde estuve.
Contigo, volver.
¡Qué novedad tan inmensa
eso, volver otra vez,
repetir lo nunca igual
de aquel asombro infinito!
Y mientras no vengas tú
yo me quedaré en la orilla
de los vuelos, de los sueños,
de la estelas, inmóvil!
Porque sé que adonde estuve
ni alas, ni ruedas, ni velas
llevan.
Porque sé que adonde estuve
sólo
se va contigo, por ti.


PERDÓNAME POR IR ASÍ BUSCÁNDOTE…

Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en lo alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eres.

DESPIERTA. EL DÍA TE LLAMA…

Despierta. El día te llama
a tu vida: tu deber.
Y nada más que a vivir.
Arráncale ya a la noche
negadora y a la sombra
que lo celaba, ese cuerpo
por quien aguarda la luz
de puntillas, en el alba.
Ponte en pie, afirma la recta
voluntad simple de ser
pura virgen vertical.
Tómale el temple a tu cuerpo.
¿Frío, calor? Lo dirá
tu sangre contra la nieve,
de detrás de la ventana;
lo dirá
el color en tus mejillas.
Y mira al mundo. Y descansa
sin más hacer que añadir
tu perfección a otro día.
Tu tarea
es llevar tu vida en alto,
jugar con ella, lanzarla
como una voz a las nubes,
a que recoja las luces
que se nos marcharon ya.
Ese es tu sino: vivirte.
No hagas nada.
Tu obra eres tú, nada más.


INMINENCIA

Yo silencioso. Pero
grito, quejido, o risa
dentro y en pie con la ballesta armada.
Yo en tierra. Pero el barco
listo y los huracanes que me lleven.
Yo quieto. Pero
aquí, a los cuatro lados, cuatro tajos.
Yo nada, sombra, pasajero y aire.
Pero, ¡tantos rumbos seguros!
pero ¡tantos soles eternos!
Pero, ¡tantas calmas augustas!
Para mí, sombra, pasajero y aire,
hoy.


QUE SE APAGUEN LAS LUMBRES

¡Que se apaguen las lumbres,
que se paren los labios,
que las voces no digan
ya más: «Te quiero» ¡Que
un gran silencio reine,
una quietud redonda,
y se evite el desastre
que unos labios buscándose
traerían a esta suma
de aciertos que es la tierra!
Que apenas la mirada,
lo que hay más inocente
en el cuerpo del hombre,
se quede conservándole
al amor su futuro,
en esa leve estrella
que los ojos albergan
y que por ser tan pura
no puede romper nada.
Tan débil está el mundo
-cendales o cristales-,
que hay que moverse en él
como en las ilusiones,
donde un amor se puede
morir si hacemos ruido.
Sólo
una trémula espera,
un respirar secreto,
una fe sin señales,
van a poder salvar
hoy,
la gran fragilidad
de este mundo.
Y la nuestra.


SÍ, POR DETRÁS DE LAS GENTES

Te busco.
No en tu nombre, si lo dicen,
no en tu imagen, si la pintan.
Detrás, detrás, más allá.
Por detrás de ti te busco.
No en tu espejo, no en tu letra,
ni en tu alma.
Detrás, más allá.
También detrás, más atrás
de mí te busco. No eres
lo que yo siento de ti.
No eres
lo que me está palpitando
con sangre mía en las venas,
sin ser yo.
Detrás, más allá te busco.
Por encontrarte, dejar
de vivir en ti, en mí,
y en los otros.
Vivir ya detrás de todo,
al otro lado de todo
-por encontrarte-
como si fuese morir.

Pedro Salinas


LI PO -POEMAS MÍSTICOS-

ESPERANDO EL VINO, QUE NO VIENE

Se ha ido a comprar vino
con la jarra de jade,
ligada con seda negra.
Pero ¿qué pasa? ¿Por qué se demora?
Las flores de la montaña,
sonriendo, coquetean conmigo.
Sería el mejor momento
para llevarse la copa a los labios.
Cuando cae la tarde,
beberé junto a la ventana de este,
con los vagos orioles que regresan.
En un día hermoso,
¿puede haber mejor pareja
que este viajero borracho
y la brisa de primavera?

PARTIENDO DE MADRUGADA DE LA CIUDAD DE BAIDI

Digo adiós a Baidi entre arreboles del alba.
Hoy llegaré a mi hogar recorriendo cien leguas.
Aúllan sin cesar monos en ambas riberas.
Se desliza, entre un bosque de montes, mi barca.

CONTEMPLANDO LA MONTAÑA DE LA PUERTA DEL CIELO

La montaña Puerta del Cielo
se parte en dos,
dejando libre curso al río Chu.
Sus aguas de esmeralda
se precipitan hacia el este
y luego giran al norte.
En ambas orillas,
los verdes picos gemelos
se miran cara a cara,
mientras una vela solitaria
está viniendo del sol.

CANTO A LA LUNA DE LA MONTAÑA EMEI

Oh luna de la montaña Emei,
hermoso medio disco de otoño.
Tienes esparcidas tus luces
sobre las impetuosas aguas
del río Ping Qiang.
De noche salgo del Arroyo Diáfano
y paso por las Tres Gargantas.
Te echo de menos y no te veo
hasta que llegamos a Yuzhou.


Li-Po

WANG WEI -POEMAS MÍSTICOS-

EL CERRO DE HUAZI

Los pájaros se han volado
hacia el infinito.
De nuevo montes y sierras
se tiñen de otoño.
Subo y subo, y luego bajo
por el cerro de Huazi.
¡A qué extremo llega
mi inmensa tristeza!

EL CERCADO DE LAS MAGNOLIAS

Las montañas otoñales
recogen la última luz.
Se ha volado la bandada
siguiendo al último pájaro.
De un tiempo a otro brillan
rayos esmeralda.
No tiene donde quedarse
la neblina vespertina.

EL JARDÍN DE LOS CIERVOS

Desierto el monte.
No se ve gente,
mas se oyen voces.
Lo hondo del bosque.
Unos rayos ponientes.
De nuevo resplandece
el musgo verde.

TRINOS EN EL BARRANCO

Los hombres ya descansan.
Caen flores de casia.
Silenciosa la noche.
Primavera en la vacía montaña.
Emerge la luna
y asusta a los pájaros.
Sus chirridos alborotan,
en un instante, el barranco.


Wang Wei

viernes, 26 de septiembre de 2008

CUANDO...

Cuando te invada, poderosa, la imagen de tu voz apresada, de tu aliento menguado, de tu frutal abatido por el rayo de la incógnita;

cuando la carga te resulte inmensa, tu espalda, diminuta, y quieras el alivio de perder tus anhelos y tu historia;

cuando sientas que alguien borra las huellas de tus pasos, que algo te oculta la señal que esperas para darlo todo, que una voz te extravía de tu rumbo si la escuchas y sigues, si la ignoras y cedes al olvido;

cuando te veas fea, a veces, en el espejo del mundo, y no quieras volverte hacia ti misma para saltar al otro lado de tu imagen, buscando en lo invisible la transparencia que hable de claridad a tu mirada, donde por fin te abraces, desnuda, a tu pureza;

cuando la mañana te parezca tarde, la tarde, noche, la noche, sin final, sin estrellas ni luna que den paso al preludio de la aurora, al sol que queme todas tus excusas y ayude a florecer a tus motivos;

cuando temas perder lo que no tienes, o persigas la estela de aquello que te daña, o des la espalda a lo que siempre ha estado a un solo paso de tu corazón, en ti, aguardando tu reconocimiento;

cuando no tengas ganas ya de compartir tus sueños, ni de regar la pasión que dotase de alas a tu fragancia y de riquezas al mundo a través de las notas y silencios de tu alma irrepetible;

cuando pienses que el tiempo que se ha ido te quitó lo mejor y sólo te dejó la cuenta atrás que, sin piedad, retumba en tus oídos, anunciando el final o los finales, por ti temidos, de afectos y certezas;

cuando creas que el viento ha olvidado dejar cartas de amor bajo tu ventana;

...Levántate y camina, entre heridas y ruinas, hacia el buzón que ves enfrente, al otro lado de tu escepticismo, tu escudo, tus creencias, y abre la carta que alguien te remite para hacer que sonrías como una niña otra vez.

Luis Ángel Barquín

UNA VOZ, UN SILENCIO

Hay una voz sin alas, ni cara, en tu silencio. La voz me habla. Algo quiere decirme, ¡sí!, mas no lo entiendo. Lo oigo apenas latir entre mi propio ruido, entre el murmullo de mis preocupaciones y mis deseos. Ese algo tuyo silencioso, más allá de tu historia y tu memoria, se determina ajeno a tu voluntad… no puedes callarlo; tampoco, hacerlo hablar. Es la necesidad de ser palpable de tu alma, que trasciende los límites que tú sueñas tener.

Otro algo vive o muere en tu silencio. Es más como un callar que sientes, que dominas desde hace mucho tiempo, desde niña tal vez. Puedes darle la vida o hacerlo desaparecer con sólo proponértelo… Pero a veces se escapa de tus manos, y vive y muere como un pez fuera del agua tuya, respirando un instante de pura eternidad contigo, y cayendo después, duro y frío, a tus pies. Ese algo es protección cabal de tu fragilidad, la que quisiera abrirse como flor cuando el aire es más cálido y la brisa se adueña de las rutas del aire en primavera.

Y mi atención se atasca entre las dos señales que tu callar me deja en el oído. La una, tan pura, que es casi inconcebible para mi fantasía… no la puedo tratar si no es con mi inocencia, que vive más allá de lo que sé, de lo que ignoro. La otra, peluche con que juega tu mente a ser maestra de voces capturadas, o de voces lanzadas al mundo de las inteligencias que quieran escucharte y prestarte una vía hacia el amor.

Entre las dos navego: atormentado, a veces; otras, risueño… Sonidos de sirenas me acompañan a babor o estribor, cambiantes, modulados. En la popa, un impulso que dirige mi anhelo hacia las islas donde tu alma se baña, y en la proa, una estrella que se enciende o se apaga, cuando quiere ser luz de tu pureza o sueño mudo con que tu destino se expresa en el presente para mí.

Luis Ángel Barquín

ÚNICA

Entre todas las flores, busco a una. Su color, su textura u olor, no constituyen sus dones más preciados. Tampoco su quietud o flexibilidad, son las estrellas que me llevan, en sueños, hacia ella.

En un viaje que la luz sustenta, la belleza que emana de sus líneas, retorna hasta su cáliz después de bendecir la tierra, de seducir al cielo, de enamorar al mar.

Su música es silencio perfumado que estalla en el ahora, creando una armonía de notas presentidas que tañe el corazón.

Tiene el poder de ser sin llamar la atención, anónima presencia que uno siente sin gestos ni palabras. Acomoda sus pétalos a los brazos del aire. Dobla su tallo, inerme, ante el peso del agua de la lluvia o la nieve, en una reverencia natural.

Su imagen me acompaña, pero me falta ella.

Me resulta minúscula si trato de acercarme a los parajes donde creo que está; los rumores tejidos por sus alrededores son hojas secas que alfombran con crujidos los caminos que piso sin hallarla.

Su grandeza me envuelve, relaja mi impotencia para intuir sus señas, me presta unos zapatos que se quedan inmóviles cuando me los pruebo para caminar…

…Y así me quedo, clavado en el presente, el nuestro, donde dos hojas cubren mis ojos por sorpresa llegando desde atrás. Sus pétalos se posan en mi nuca. Ese beso me dice que se queda conmigo para siempre, y me anuncia su rasgo distintivo: ¡sin darme cuenta, amándola, comienzo a amar el mundo, y soy feliz!

Luis Ángel Barquín

jueves, 25 de septiembre de 2008

NO SER

Nos acecha el no ser como el inmenso destino de lo humano. Se intuye su presencia, o su llegada, cuando la idea no se siente capaz de todo y deja una ausencia insondable que invoca a lo evidente.

La vida dota al hombre con un cuerpo, limitado en el tiempo, asociado a un lugar, ceñido por el hueco que lo acoge. Más allá de su piel, el afuera de todos, parece no existir la propia vida o existe la no vida, ya ni propia ni ajena. Sin embargo, es la pausa que media entre los seres la única vía que los comunica entre sí y con su ausencia, no presencia común. Sintiéndolo es más fácil dejar que el pulso vire hacia el presente, cadalso donde muere la idea de ser alguien y sólo se es no siendo.

Ser es la condición para no ser. No haber sido del todo, no nos da ese derecho a no ser nadie, nada que se despierta. El fuego ha de abrazar intensamente al tronco para que el ascua nazca y muera por completo, y de esa muerte nazca la ceniza.

No ser nos complementa, nos da la alternativa sin elección posible, la posibilidad de regresar al ahora, al instante, sin previo aviso. Caer sobre el no ser es elevarse sobre el tiempo del hombre, ver la historia con ojos de relámpago, contemplar el futuro como el hogar - sin señas y sin límites- de todos los Don Nadie.

Luis Ángel Barquín

GRATITUD

Existe un modo de despertar que no es únicamente abrir los ojos, reunir distancias, y enfocar con ellos. Acaso sea posar la mirada, en lugar de clavarla, en lo que nos rodea. O dejar que las texturas de las cosas nos hablen de los pequeños milagros que casi nadie destaca pero que todos necesitamos a cada instante. O poder dirigir nuestra propia atención hacia dentro, buscar a ese yo que gobierna, insaciable y astuto, nuestras vidas, y no llegar a encontrarlo jamás. O sentir que el silencio es un puente de absoluta firmeza, y no un abismo, entre los seres.

Un despertar así es renacimiento a la vida sencilla, donde se prende la lámpara que sirve para encontrar el júbilo que se acumula grano a grano, día a día, hasta crear montañas invisibles mucho más altas que las de verdad.

Ver de manera que el alma se estremezca con las nuevas corrientes reconocidas, que de esa sacudida nazcan brotes que al final echen flor, es ya entreabrir los ojos a la vida, principio de anhelarla.

La gratitud podría ser un árbol crecido en suelo inhóspito, que hubiera florecido a pesar de sí mismo y la intemperie, y anunciase sus frutos al viento con un aroma de naturalidad que sabría llegar a todos los olfatos…

Luis Ángel Barquín

BELLEZA

Existe siempre tu belleza… En realidad no es tuya; por eso existe, en flor que nunca se marchita. Belleza, pura atmósfera que envuelve tu presencia sin definirla, con delicadeza.

De niño, la belleza era el instante. Lo recuerdo. La intensidad quemaba dudas, y un aroma de juego quedaba al fin flotando sobre las cáscaras de los ratos vividos, exprimidos limones.


De joven, la belleza fue un perfil de muchacha, una larga melena de cabellos castaños, unas piernas al sol en vacaciones, el negro de unos ojos de pícara mirada, ciertos labios besados por la luz de la luna, o las dunas doradas de un busto palpitante.


Ahora, todo ha cambiado o, tal vez, sigue igual, y acaso sea sólo diferente mi manera de verme y verlo todo. La belleza, inmutable, sigue su órbita azul alrededor del tiempo de los hombres, embelesando todo con su giro invisible…

…Y de pronto, a mis ojos, una forma -la tuya- ha reunido belleza sobre sí… Arden ya mis pupilas al contemplarla, sin darme apenas cuenta de que es el alma, incendiada, la que siente ese fuego en la distancia, y los ojos son sólo los curiosos testigos del encanto.

A una cierta distancia de esa atmósfera ‘tuya’, respiro como luz o como ausencia de mí, sombra de sombra. Pero cuando me acerco a la belleza que te acoge, soy pétalo o soy hoja, arrastrado o llevada, por corrientes de un sueño fascinante que viaja, sin saberlo, hacia ti…

Mas es en el contacto con tus inmediaciones, donde el pecho se expande fácilmente, encuentra el corazón su pulso musical, se hace el ala consciente de sí misma, y la belleza es aire posado sobre ti, agradecido de ser la atmósfera que inhalas -¡mujer, planeta amante!-, a la que entregas gotas de tu esencia.

Luis Ángel Barquín

BORGES, JORGE LUIS -HAIKUS-

Algo me han dicho
la tarde y la montaña.
Ya lo he perdido.

***


La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.

***


Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.

***

Desde aquel día

no he movido las piezas
en el tablero.

***


El hombre ha muerto.
La barba no lo sabe.
Crecen las uñas.

***


Ésta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera.

***


Bajo el alero
el espejo no copia
más que la luna.

***


Bajo la luna
la sombra que se alarga
es una sola.

***


¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?

***


La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.

BASHÔ, MATSUO -HAIKUS-

¡De qué árbol en flor
no sé
pero qué perfume!

***

Un leve instante
se retrasa sobre las flores
el claro de luna.

***

Silencio
la voz de la cigarra
penetra las rocas.


***

Bebamos toda la noche
para hacer un tiesto de flores
con el tonel.

***

La primavera pasa
lloran los pájaros y
son lágrimas los ojos de los peces.

***

Las patas de la grulla
se han hecho más cortas
en las lluvias de mayo.

***

No pertenece
ni a la mañana ni a la noche
la flor del melón.

***

El perfume de las orquídeas
en las alas de las mariposas
empalaga.

***

El crisantemo blanco
el ojo no encuentra
la menor impureza

***

En mi copa de sake
han dejado caer barro
las golondrinas.

***

Admirad bien la luna
antes de que corten
los juncos del río.

***

Manchados de barro
por el rocío
los melones parecen más frescos.

***

Ahora que los ojos del halcón
se oscurecen
las codornices pían.


***

La luna en el sexto día
es el momento de asar las gambas
a la caída de la tarde.

***

El rayo
desgarrando la noche negra
el grito de la garza.

***
De cuando en cuando
las nubes acuerdan una pausa
para los que contemplan la luna.

***

Luna veloz
las copas de los árboles
retienen la lluvia.

***

Lluvias frías
hasta el mono quisiera
un abrigo de paja.

***

Nada dice
en el canto de la cigarra
que su fin esté cerca.

***

Nieve matinal
los puerros marcan el nivel
en el huerto.

***

Jardín de invierno
la luna como un hilo
una voz de insecto.

***

Brasas bajo la ceniza
sobre el muro
la sombra del invitado.

***

No olvides nunca
el sabor solitario
del rocío blanco.


Matsuo Bashô

miércoles, 24 de septiembre de 2008

JOSÉ MANUEL MARTÍN PORTALES -POEMAS EN PROSA-

EL MENDIGO (Kojiki)

Toda mirada busca un regazo donde existir y es acogida en los brazos del aire, acunada en la transparencia de las cosas.

Ahí fuera algo sacia. Abrirse es ya ser dueño de la vida. Pero la vida no es algo ya completo. Si un corazón no la anhela, la vida ya no existe.

Aquello que sacia al hombre es la pobreza. Lo que ha de llegar cuando el vacío de uno mismo sea verdadero. La esperanza no sabe lo que espera. Su verdad consiste en eso, en una necesidad que carece de objeto, que no se detiene en lo recibido. En un anhelo que ha de ser colmado por lo imprevisible.

Arrojado a la transparencia del mundo.

LA COMIDA (Shokuji)

Se alimenta de luz el cuerpo del espíritu. El alma transfigura las formas y extrae de ellas lo protegido bajo su oscura consistencia.

Liba, aquí y allá, pequeñas dentelladas de horizonte. Reposa en la abundancia del milagro. Sobrio.

Aquello que se ofrece pertenece al sentido de la necesidad. Muestra así al mundo su perfección precaria y suficiente. Y su encuentro produce soledad: el pan de cada día.

Acumular para el hambre de mañana es una imperfección de la esperanza. Un contrasentido que el hombre ha introducido en el equilibrio del cosmos.

A cada instante le basta su afán.

El que se busca ha sido invitado al ahora.

EL MAR (Umi)

Lo ilimitado muestra su vacío como un don. La Realidad no deja de transformarse en ella misma: lo abismal acude a su nombre para perderse en él.

El que nombra el mar sabe que está mintiendo, sabe que no sabe lo que nombra.

Así también es el presente. Una pura negación. Un sublime estadio de aventura. Así el poema, algo ilimitado latiendo en el ahora-palabra.

Zarandeado una y otra vez, el espíritu descansa en la hermosura, aunque la espuma bulle sobre un pueblo de náufragos. Pero lo que se muestra en la superficie es tan sagrado como lo que se oculta en lo profundo.

El mar esconde lo que muestra. La Totalidad también es monosílaba.

El que se busca santifica el instante.

El que se busca se ofrece a la intemperie.

SOLEDAD DEL HOMBRE (Kodokuna hito)

Acaso toda soledad no sea otra cosa que la apropia­ción de una pérdida de si mismo, un acto de reconoci­miento, como si algo propio se volviese ausencia aunque permaneciese encarnado en nuestro cuerpo. Como si la ausencia se presentase, seductora, fantasmal, a veces impidiéndonos encontrarnos con alguien, a veces obli­gándonos a abrazarlo todo.

De ese gran misterio del corazón nada se sabe, excep­to que acontece. El hecho de que exista el poema nada resuelve, en efecto, pero aquella palabra nacida en sole­dad parece indicar precariamente que la comprensión de lo vivido no está en sus causas sino en su sentido. Como si esa misteriosa experiencia fuese hija del maña­na, no del ayer.

Un hombre solo, acaso por su ‘culpa’; dirán los racionalistas del espíritu. Un hombre solo, acaso por su ‘destino’; pensarán los artistas. Pero más allá de las respuestas, la soledad, a fin de cuentas, quizá no sea otra cosa que una forma de desnudez incomprensible, una metáfora por la que transitamos, algo hasta tal punto inocente que no pueda entenderse ni desde el origen ni desde el destino. Sencillamente forma, forma pura de hallarse entre el Todo y la Nada. Apropiación de la transparencia.

Encarnación del nadie. Pobreza de lo inminente.

El que se busca no sufre compañía.

EL HAMBRE (Ue)

Persistir en la Naturaleza es voluntad del mundo. El hambre es el espíritu del mundo, tal como la sed, algo sagrado para él, algo en lo que busca ser reconocido. Algo ante lo que el hombre comprende que es mundo.

Con el pico desmesuradamente abierto esperan los pájaros recién nacidos, y la amistad también tiene la forma de un banquete.

Cuando falta la leña, el fuego clama oculto como un huérfano, tiembla en la nada de su propia posibilidad inaccesible.

El que se busca se alimenta de la nada.

El que se busca aprende de su estómago.

EL BUDA (Hotoke)

El que ha roto su espejo contempla un rostro sagra­do. Una costumbre de asombros lo protege, pues nada ha conseguido para sí quien reconoce la Totalidad.

De un lado a otro del paisaje, atravesado en deve­nir, herido en forma, sobresaltado en ausencia aquí y allá, lo que se manifiesta persigue a su manifestación.

Ahí sublime, donde muestra la Nada su sentido. Estructura de toda anunciación.

De la indefensión de la misericordia se alimenta el porvenir.

El que se busca se postra ante el azar.

BEBER EL AGUA (Miza o nomu)

Los sentidos permiten que la conciencia no quede atrapada en la contemplación. Nada ha de quedar preso en su imagen. Lo que sucede sólo sucede ahora. Mantener en vilo el presente parece ser el destino que se busca.

La sed es el presente puro de la necesidad, un modo ser del alma. Por eso el agua que se bebe ahora tiene que ver con el espíritu del mundo en el instante de darse al hombre. Beber el agua es un acto de pureza, sin más.

La sed busca a la madre. Beber es encontrarse con la madre. La madre está en la sed, como un anuncio de presencia.

El agua es lo que queda cuando el viento ha atravesado la piedra.

El que se busca se sacia de su necesidad.

EL HOMBRE Y EL MUNDO (Hito to sekai)

Inadvertidamente, la vida se fue posando sobre el mundo. La vida se hizo mundo. Algo que late bajo el cielo, algo que brota y se deshace, arrastrado por el vien­to, que era parte del mundo antes que la vida.

La vida, después, pensó en sí misma. Se hizo con­ciencia y contempló al mundo como algo ajeno. La vida se olvidó de que era mundo y quiso sobreponerse al viento, que era parte del mundo antes de que la vida supiera nada.

Lo extraño del haiku es que supone una conciencia, pero una conciencia que no busca sobreponerse sino más bien intimarse con el mundo. Pareciera, en efecto, que hablase el mundo en el haiku. Que fuese el propio mundo el que está teniendo conciencia de la vida, del hombre.

Pero el mundo no mira al hombre como algo ajeno, y todo lo que dice lo dice humanamente. Una palabra hecha de silencio.

El que se busca se convierte en lenguaje.

EL VIENTO (Kaze)

Juega a deshacer, aun cuando llega con la intención de ofrecer algo perdurable. Cuando su ímpetu se enfren­ta a la piedra, conmueve su vibración y la manera de multiplicarse, después, en pequeñas flechas invisibles que saltan en todas las direcciones. Cuando se enfrenta a la hoja o al pétalo, no es menos emocionante darse cuenta de su impetuosa delicadeza: mece y provoca una ondulación tan sutil que se diría que un ángel ha sido invitado y participa de esa paz junto al testigo.

Más allá de su aliento sagrado, que alimenta el espí­ritu de cada cuerpo y refresca la honda superficie de cada ser, transporta un cúmulo de evidencias remotas: el sonido de pólenes lejanos, el sabor de una música callada, el roce de una idea que eriza la piel... y nos deja ver, a su paso, la esperanza que juega a decir adiós pero no quiere abandonarnos del todo. El alma es un cúmulo de sinestesias.

En las noches en calma se queda como inmóvil, como un hombre ante el Buda. Polvo o lluvia, siempre trae algo entre manos.

Con la misma facilidad que descorre una cortina reinventa los desiertos. Cuando adviertes su presencia ya se ha ido.

El que se busca camina junto al viento.

LA MUERTE (Shi)

Cuando aparece la encarnación de la distancia cual­quier otra presencia es abolida. Como un silencio que al fin es pronunciado y ocupa todo el hábitat del lenguaje.

Las palabras que huyen, ya inútiles, hasta sus últimos significados, no serán comprendidas. Acaso los niños que juegan en la puerta o la brisa del atardecer pueda toda­vía meditarlas un momento, convertirlas en luz en el umbral de la noche, como quien esconde una canica hasta mañana o entierra lentamente una antorcha.

Algo sosegado, como la conquista de un jardín abandonado o la intención de un beso sobre unos labios dormidos, se ejercita entre la niebla exactamente igual que una libélula que se ha desmayado sobre el agua.

Lo inaccesible lanza un gesto de asombro y todo lo que pertenecía al olvido regresa y danza, y a su mane­ra celebra haber sido existencia.

No hay lenguaje, pero entre las tumbas brota la hierba, que no cesa de anunciar.

Del sí al no el camino es muy corto. Del no al sí no hay camino.

El que se busca no volverá a por sus canicas.

MOSCAS Y MOSQUITOS (Hae to ka)

Fluye en pequeñas formas, la vida que se multiplica y se divide en cotidiano aliento. Juega a distan­ciarse, se reúne, renace hacia la muerte, agoniza hacia la manifestación, se encarna como ausencia, desaparece hacia el signo, se proyecta desde lo oculto, se presenta hacia el olvido. La estructura de lo que existe.

Está ahí. Es hábitat, asombro, revelación, silencio. No otra cosa que estancia, equilibrio hacia la perpleji­dad. Número. Música. Algo corpóreo donde el alma se reconoce.

Nada es algo ajeno.

El que se busca descubre una estructura.

LA HIERBA (Kusa)

Algo indecible ha encontrado acomodo y regala su efímera frescura al que no cesa de atravesar los áridos caminos, por donde huye el verdadero nombre de las cosas. Por eso, quizá, una brizna de muerte salpica la mirada que se ha entretenido junto la humilde hija de la lluvia.

Algo profundo, sin embargo, como un cielo de tierra o un gesto amable que esconde su amargura, le ha lla­mado desde la misteriosa certeza con la que suele maniatar la ternura a quien pasa a su lado.

Distraídamente ha comprendido que todo conoci­miento es paisaje, y que el camino de lo que va a des­aparecer está plagado de presencias que anuncian algo eterno.

Quizá los últimos días de la primavera.

El que se busca descansa en el olvido.

LA LUNA (Tsuki)

Toda soledad merodea una perfección, crece hacia la nada plena. La visitación de la luz encuentra cuerpo allí, sombra transfigurada, cuando el olvido se ha hecho perceptible y acaba siendo femenino en su última trans­formación.

Leche de manantial. Dulce augurio azul en el cen­tro de la constelación sangrante. La que está hecha de tiempo. Volvedora.

Como una victoria del lenguaje sobre la inagotable música incomprensible. Alma del logos. Materia de un ángel interior. Piedra de luz gobernando la noche de los hombres.

Supremo ahí sostenido por adverbios incandescentes. Descripción exacta del silencio.

El que se busca se deja iluminar por la sombra.

LA VEJEZ (Oi)

Cumplido el tiempo, el corazón reúne la memoria deshilachada que ahora revela, más allá del dibujo, los trazos del pincel sobre la tela húmeda. Lo que soñamos apenas aparece ante nosotros como una perfección de ausencias líquidas. Como agua a punto de no ser llu­via o arroyo, ni charco, ni manantial, ni mar siquiera. Sólo agua latente en la consumación de la edad.

La aproximación del olvido, patria al fin, inminen­cia de toda transformación, deja en el alma una can­ción en ruinas que se repartirán los pájaros del silencio, mientras el cuerpo obedece y es conducido hacia la madre como un niño remoto.

Lo que se tuvo un día como presencia se tiene ahora como una pérdida. Como si el mundo que nos sostuvo se echara ahora en nuestros brazos para ser sostenido por nosotros o para quedarse dormido pegado a nuestro sueño.

Orfandad traspasada de maternal lenguaje.

El que se busca ha incendiado el silencio.

LAS NUBES (Kumo)

Lo que da de vivir pasa como si nada. Pero su leja­nía de caprichosas formas esconde el elixir de la flora­ción y la amenaza del aguacero.

En su húmedo corazón se complace la luz y descan­sa, agotada de vagar por la inconcebible transparencia.

Pero su perfección consiste en lo puro de su indife­rencia, en el modo que tienen de no pertenecer a quien goza o teme contemplándolas.

Hijas de la intemperie, en su vientre consuma el viento su inaccesible hondura.

Cuando desaparecen, su ausencia deja pasar la luz. El que se busca está protegido por la sombra.

LA DESNUDEZ (Hadaka)

Con indolente sencillez regresa el cuerpo, a veces, a su intemperie, como si se adentrara en un huerto soli­tario por el mero hecho de una pequeña predisposición, o permitiera que el alma se hiciese visible por completo.

Entonces recorren el paisaje evidencias casi irrecono­cibles, como llegadas de un tiempo remoto o futuro, señales de todas partes que se abrazan a nuestra más íntima frontera y nos susurran al oído una consigna, acaso una canción antigua que aún recordamos.

Todo se vuelve silencioso. Todo significa sin necesi­dad de haber sido expresado.

El despojo atrae la compañía. Sólo la desnudez acce­de a lo evidente.

El que se busca añora la transparencia.

EL ALCOHÓLICO (Sake-nomi)

Como una costumbre despiadada por la que huir hacia la ausencia, el sake liberó a Santoka de la cárcel de los otros y le condujo a la cárcel interior, desde la que salía cada mañana sin rumbo, hacia no se sabe qué encuentro.

Imposible de ser dueño de sí, acaso fue construyendo lentamente una forma frágil de piedad en la que fueron instalándose las cosas y los seres que no encontraron morada en otro sitio.

Allí, en su contradicción, poblado de agónicas luciérnagas, como encerrado en una luz de polvo o acorralado por ángeles de luto, convivió muchos años con la deformada evidencia de su propio abandono, como quien camina sin tregua hacia el abismo sin sospechar que toda desesperación es una forma de humildad donde termina habitando la misericordia.

Ajeno, deshabitado, en puro vaivén de su agonía, a cuestas con su muerte, el mundo, sin embargo, estaba ahí y a su manera latía para él con la sagrada compasión de una presencia.

Memoria sin esperanza, sorbo a sorbo.

El que se busca anda ebrio de pérdidas.

LAS HOJAS CAÍDAS (Ochiba)

El tiempo de la espera culmina en una floración de la pobreza, porque toda esperanza obliga a la memoria a desprenderse de lo que habla soñado.

Desde el frondoso árbol de quien se cree dueño de su vida, van cayendo las hojas, una a una, hasta que lo que ha sido encuentra en lo profundo de su nada el fruto irreconocible de lo que es.

Incluso el lenguaje se queda sin motivos para significar. Y el poema, construida la ruina del olvido, sospecha la identidad del sin sentido en la palabra del ser.

Aquí y allá. Como una alfombra de instantes derrotados en busca del no tiempo.

Lo sido fermenta en su silencio.

El que se busca ya no puede volver.

LA MONTAÑA (Yama)

Llamamos lo sagrado al lugar del encuentro. Un hábitat de majestad vacía, prolongación visible de lo invisible, corazón mágico de la Realidad, ajeno como el límite de lo más íntimo.

Estructura sin fondo. Paisaje abierto. Epicentro de un sueño en cuyo núcleo late el origen del porvenir. Tiempo desesperadamente abolido es su presencia.

Contra la horizontalidad de todo pensamiento, corpórea como una determinación, pozo invertido de la alquimia, signo de transformación, tierra sin más amontonada sobre la inalcanzable liturgia del horizonte. Clamor petrificado. Altar del mundo donde se inmola la inminencia.

Nada en revelación. Fortaleza del olvido.

El que se busca desciende a lo más alto.

LA PRIMAVERA (Haru)

La esperaba desde niño. La esperaba como abriéndose a sí misma. La esperaba como una prolongación de la misericordia de la que se alimenta el corazón cada atardecer. Pero ella, al fin, en su humilde majestad, apareció allí, tras la ventana, como algo inesperado, como una súbita pasión que te abraza sin darte tiempo a decidir. A veces, con el amor pasa lo mismo.

En lo más alto ha de aparecer un día lo que estuvo oculto, podrido, huérfano. Lo que entendió la muerte como una maduración. Lo que esperaba sin saber. Alzarse lo que un día se amamantó de inviernos y de tumbas.

Como un gran concierto de pequeñas señales luminosas, lo que había sido silencio y polvo abandonado.

Todo parece obedecer a su tiempo. Acude a su horizonte.

El que se busca no deja de pasar.

LA NIEVE (Yuki)

Lo sagrado acontece en la víspera del conocimiento. Después ya sólo queda el símbolo, que oculta lo que revela y muestra lo que esconde. Cuando aparece ahí, en breves copos infinitos, la extraña hierofanía, algo interior se desvanece, como impulsado hacia lo informe, lúcido y desesperado hacia la paz.

El aliento interior se hace cargo del paisaje y es imposible ya saber si va o si viene, pues el tiempo ha sido obligado a postrarse ante el signo que se deshace.

Éxtasis de lo ausente, su presencia.

El que se busca se olvida de sus huellas.

LA LLUVIA (Ame)

Bajo la bóveda del arco iris amanece un país interior. Goza en su intimidad la materia del mundo. Algo fértil derrama su canción como una palabra pura sobre la geografía del silencio.

Algo inocente percute sobre el vientre de la piedra provocando los signos de la felicidad.

Sobrepasado por el clamor de las semillas, aturdido por la benevolencia del destino, confuso, tal vez, ante tan evidente milagro, el futuro se reconcilia con su origen y lo que ha de venir se deja contemplar como una simple costumbre de la vida. Bajo la lluvia.

Indefenso ante la contundencia de la manifestación, el que así recibe el signo renace en el olvido: el no lugar de toda percepción.

Más allá del cuerpo y el alma. Bajo la lluvia.

El que se busca se expone a la ternura.

EL INVIERNO (Fuyu)

Pleno en su intimidad, crece desde los ocres a los grises, antes de inaugurar el blanco donde encuentra reposo el 'verde ácido de la humedad que conduce la mirada hacia un recodo del futuro. Surge entonces el verde, más allá.

El silencio, entonces, comienza su lenta descomposición hasta que cada hombre reconoce su significado y lo acuna en susurros casi imperceptibles. Canciones de cuna en la ceniza.

Gravita, al fin, un hilo de ausencia que entreteje la Realidad, para que el mundo retorne a su propia emergencia. Inagotable.

Incomprensiblemente, la desolación se torna nutricia de algún modo y cada soledad, en un gesto de ternura ajada, se convierte en ubre, derramándose sobre lo que se oxida.

Algo que era íntimo y doloroso se apacigua ante la madre del silencio. Lo que va a ser, clama.

El que se busca hace fértil al mundo.

EL PEREGRINO (Junrê-Sha)

Desnudo de todo pensamiento, hacia el reino interior de la actitud, el buscador de sendas advierte el no lugar de toda decisión.

Desde la leve consistencia del lenguaje, como una antorcha a punto de desaparecer, descubre, acaso, el modo de interpretar el horizonte.

Algo que pertenece al tiempo de la vida medita más allá de la inquietud. Algo desprovisto de razón parece florecer en la sublime orfandad de la existencia.

Cada cual debiera aventurarse hacia su nadie pleno. A su modo, todo lo que palpita, incluso el hombre, busca a ciegas la música que le ayude a danzar hacia el silencio.

El porvenir reúne sus vacíos.

El que se busca no tiene donde ir.

José Manuel Martín Portales

BÉCQUER, GUSTAVO ADOLFO - POEMAS MÍSTICOS-

RIMA VIII

Cuando miro el azul horizonte
perderse a los lejos
al través de una gasa de polvo
dorado e inquieto,
me parece posible arrancarme
del mísero suelo,
y flotar con la niebla dorada
en átomos leves
cual ella deshecho.

Cuando miro de noche, en el fondo
oscuro del cielo,
las estrellas temblar, como ardientes
pupilas de fuego,
me parece posible a do brillan
subir en un vuelo
y anegarme en su luz y con ellas,
en lumbre encendido
fundirme en un beso.

En el mar de la duda en que bogo
ni aun sé lo que creo:
¡sin embargo, estas ansias me dicen
que yo llevo algo
divino aquí dentro!...

RIMA XLVII

Yo me he asomado a las profundas simas

de la Tierra y del Cielo,
y les he visto el fin, o con los ojos
o con el pensamiento.

Mas, ¡ay!, de un corazón llegué al abismo
y me incliné por verlo,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡tan hondo era y tan negro!


RIMA XC.- ES UN SUEÑO LA VIDA

Es un sueño la vida,
pero un sueño febril que dura un punto;
cuando de él se despierta,
se ve que todo es vanidad y humo...


¡Ojalá fuera un sueño
muy largo y muy profundo:
un sueño que durara hasta la muerte!...
Yo soñaría con mi amor y el tuyo.

RIMA XCV.- LA GOTA DE ROCÍO

La gota de rocío que en el cáliz
duerme de la blanquísima azucena,
es el palacio de cristal en donde
vive el genio feliz de la pureza.

Él le da su misterio y poesía;
él, su aroma balsámico le presta.

¡Ay de la flor, si de la luz al beso
se evapora esa perla!

RIMA LXIX

Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos,
¡Tan corto es el vivir!

La gloria y el amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos.
¡Despertar es morir!

RIMA X

Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.

Oigo flotando en las olas de armonías
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
¡Es el amor que pasa!

RIMA IV

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá poesía!

Mas, ¡ay!, de un corazón llegué al abismo
y me incliné por verlo,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡tan hondo era y tan negro!

Gustavo Adolfo Bécquer


AURORA

A mi hermana

Amanezco muy pronto y te huelo.
Tras la Mar, escondida,
se derraman tu risa y tu aliento
sobre estrellas dormidas.

De rojo y azul pinté un deseo,
rosa no florecida,
y plantaste en mi huerto sin flores
tu graciosa semilla.

Soledad de niño entre gigantes,
una fiesta aburrida
que llenaste de miel con dos gotas
de Amor en tus pupilas.

Con tu paso camino completo,
a mi lado respira
la mitad de mujer que me falta
para entender la vida.

En la aurora reflejas tu cara,
en la aurora te miras,
y la aurora dibuja tu nombre:
Aurora, hermana mía.

Luis Angel Barquín

LAURA

A Laura Martín Delgado

Desde tu leve nombre, apenas un latido,
te asomas y saludas como una verde llama.
Y descubro tu estrella, que emite rayos negros;
al reírte, semejan siderales pestañas.

Tierna rama de almendro, siempre en flor, siempre hermosa,
frágil embajadora de la paz derramada,
cuando escuchas, respondes, y cuando hablas, explicas.
La energía te sirve cual poderosa dama.

Ojos te dio el olivo, trasparente aceituna.
Al mirar, con tu aceite curas todas las llagas.
Y en tus pasos de gata, caminando en silencio,
a todas partes llegas con serena zancada.

En tus manos pequeñas, guardas enormes perlas.
En tu cuna de niña, los peluches te cantan.
En tu pecho, repican las aguas cristalinas
que manan en las cumbres de la nieve dorada.

Y aunque tú no me dieras tus lágrimas, tu aliento,
ni tu abierta sonrisa de morena esmeralda,
quiero yo desearte un Feliz Aniversario
en éste que es tu día, silente Flor de Pascua.

Luis Ángel Barquín

PUENTES DE LUZ

A mi madre

No me alcanza el vivir para quererte,
ni me basta la luz para mirarte,
ni el silencio me sirve al escucharte,
y hasta me falta piel para tenerte.

Pero me sobra sed para tenderte
tiernos puentes de luz con que ayudarte
a cruzar hasta mí para entregarte
la pureza que no supe ofrecerte.

Voy regando las flores de mi casa
con lágrimas azules de ese cielo
donde tus ojos cada noche encienden

una nana de sombra que me abrasa
y mi conciencia lleva hasta el desvelo:
puentes de luz que mis ojeras tienden.

Luis Ángel Barquín

LA AMISTAD ES POSIBLE

A Pedro Ayerra Díaz

Amigo Pedro, amigo
cabal, sensible espada
que vas conmigo siempre
a tan corta distancia,
¡Cuántos años nadando
por éstas, nuestras aguas!
¡Cuántos Soles y Lunas
bendijeron la causa,
con sus rayos y guiños,
de esta amistad hermana!

Los tiempos, que nos miran
desde la encrucijada
donde nuestras dos voces
unieron sus palabras,
lloran y ríen alto,
de pie gritan y exclaman
que la amistad que suelda
con luz nuestras dos almas,
no es cosa de un momento,
ni de modas ni falsas
promesas ni razones:
es fiel ofrecimiento
que nunca busca nada.

Amigo Pedro, hermano
que has sufrido la falta
de tu Blanca Paloma
a una edad tan temprana,
que has sabido de esfuerzos,
sinsabores, y escarcha
por los largos inviernos
donde la risa calla,
ahora, bailan tus botas,
ahora, luce tu lámpara
con señales de sueños
alcanzados por gracia
de tu fe inquebrantable,
que corona montañas.

La sencillez domina
el ademán que gastas
en tu pisada noble
o en tu frente sin tacha.
¡Gracias por ser tal cual,
por ser quien eres, gracias!
Con sólo tu presencia,
es más leve la carga.

Luis Ángel Barquín

MARINERO DEL MONTE

A mi padre

Marinero del monte,
Marinero.

Vigía de la montaña
en tierras altas de España,
bajaste del alto al llano
para cogerme la mano
y guiar mi tierna estancia
con paso firme y con gracia.

Marinero sin remos,
Marinero.

Aventurero de rutas
nunca exploradas, que escruta
con magia gris en los ojos
el rumbo menos lluvioso.
Aventurero sin mapa,
sin espadas y sin capa.

Marinero del chiste,
Marinero.

Con el corazón abierto,
repartes rimas en versos
cristalinos y directos,
como la flecha de un cuento
que mira al Sol en su vuelo
sin regresar nunca al suelo.

Marinero sin tiempo,
Marinero.

Con júbilo jubilado,
desafías confiado
al duro roer del tiempo
y así, momento a momento,
en la alegría del juego,
encuentras amigos nuevos.

Marinero sin Patria,
marinero.

Perdiste pronto la Patria,
en una larga batalla.
Ahora Ella vive en tu pecho,
por Amor y por derecho.
Sin darle nunca la espalda,
la llevarás en tu Alma.

Marinero, te quiero,
Marinero.

Para compartir dolores
y alegrías como flores,
el hijo del Marinero,
con pulso libre y sincero,
te dedica este poema
y un te quiero como lema.

Marinero poeta,
Marinero.

Luis Ángel Barquín