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- Una luz en la luz
- Dhyana (en meditación)
- Cuaderno del vacío
- Esencia
- Ser
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viernes, 3 de octubre de 2008

MILLION DOLLAR BABY -ARTÍCULO SOBRE EL FILM-

LUZ DESDE LA PENUMBRA –MILLION DOLLAR BABY–

En MILLION DOLLAR BABY, su último largometraje recientemente estrenado en España, Clint Eastwood trata de profundizar más aún en la sencillez de su narrativa cinematográfica, y lo consigue con creces. La atención de su mirada sigue siendo capaz de captar los detalles más triviales de una historia junto con sus momentos estelares, para servirnos un menú delicicioso donde cada ingrediente cobra su importancia como complemento que realza todo lo demás.

Apoyando sólidamente la estructura del film, sobre la interpretación de tres magníficos pilares de la talla humana y sensibilidad artística de Hilary Swank, Morgan Freeman, y él mismo, Eastwood dirige la ficción como prolongación, quizás, de su propia vida, permitiendo que los acontecimientos vayan sucediendo por sí solos, como un espectador más que fuese a la vez observando y contando la misma historia a sus compañeros de fila en la sala de cine.

La compenetración en la ficción entre Scrap (Freeman) y Frankie (Eastwood) va más allá de la complicidad, adentrándose en los parajes de la comunión humana. Se percibe la fiel amistad entre ambos dentro y fuera de la pantalla, donde pausa y movimiento, acción e inacción, se equilibran de manera natural, siendo la voz de Freeman la que nos habla con sabiduría, momento a momento, sobre los vaivenes del corazón del personaje de Eastwood, mostrándonos sus debilidades, remordimientos, preocupaciones, y también su lealtad y ternura.

De nuevo, Morgan Freeman compone un personaje de modo portentoso, con esa sencillez que asombra por su espontaneidad, siendo hasta tal punto capaz de interiorizar la psicología de Scrap, el veteranísimo boxeador retirado y tuerto, que nos olvidamos por completo de su interpretación, siempre elegante y fluida. Cuando entran en acción, Eastwood parece ser el caballero y Freeman, el escudero, pero a medida que transcurre la cinta, intercambian con soltura sus papeles de forma misteriosa, borrando sus elementos diferenciadores.

Por su parte, Hilary Swank (Maggie), plenamente consciente de la seducción de su sonriente y poderosa mirada, bajo la cual los destellos de sus dientes iluminan por sí solos la pantalla, destila determinación inquebrantable para hacer más que creíble su papel y, como personaje, para alcanzar su sueño de escapar, por la puerta grande, del basurero en el que sobrevive desde hace veinte años. La actriz absorbe la luz que Eastwood le surte, y la refleja en una interpretación inolvidable, que nos transporta al territorio del cine clásico que Eastwood tanto admira y que sigue añorando cada día a través de su forma de ser y de estar. Swank no duda en penetrar hasta la sangre y los huesos de la boxeadora, dotándola de un aspecto atlético creíble por no exagerado, y en contener su expresión hasta hacerla atrayente como un imán. Su catarsis deviene a través del rigor y la pasión con que aprende de Frankie el arte del boxeo y de la vida, conservando su capacidad de decisión en última instancia.

Eastwood se dirige a sí mismo una vez más, atreviéndose a mostrar su rostro castigado por el tiempo, casi como la máscara de su mito viviente, tras la que pretende ocultarse sin lograrlo. Su constante sensibilidad manejando los hilos del talento, nos revela su presencia desde unos ojos situados en un lugar cada vez más elevado en su cara, desenmascarando su verdadero pudor.

En la película, el director juega constantemente con la luz cenital, que unas veces oculta la cabeza de los personajes, y otras, realza las aristas de sus rostros, salpicándolos de sombras que protegen la mirada y enfatizan el lenguaje de los pómulos, los arcos de las cejas y las barbillas.

Clint Eastwood es un verdadero pistolero cinematográfico, en permanente acecho de lo aparentemente insignificante, que resulta ser a la postre lo más real: la calidad de la de lejía con que se limpia el gimnasio, los agujeros de los dos tipos de calcetines que usa Scrap a la hora de dormir o trabajar, su humilde pero acogedor cuarto, donde habita dentro del gimnasio, o la importancia de dar veracidad a la propia historia de los personajes secundarios del film: los boxeadores que nunca llegarán a tener éxito y que deambulan por la sala de entrenamiento como sombras a la deriva, los familiares de la boxeadora protagonista, las rivales a las que ésta se irá enfrentando en pos del título mundial, el párroco de la iglesia a la que acude Frankie desde hace veintitrés años, buscando la redención a sus pecados, etc.

En cada nueva película dirigida, Eastwood va despojando más y más su romanticismo de lo no esencial, para permitir que el amor florezca en toda su pureza. En MILLION DOLLAR BABY, se sirve de la relación iniciada a regañadientes entre Frankie y Maggie, para ir transformándola golpe a golpe en profunda amistad entre dos seres que se admiran, respetan y enamoran casi al borde de la muerte de ella, en la conclusión de la cinta. Sugiriendo varias veces que la diferencia de edad entre los presuntos amantes es casi insalvable para la materialización de su mutuo amor, Eastwood consigue despistarnos y sólo al final, cuando Frankie descubre a Maggie el significado de las palabras en gaélico bordadas en su bata de boxeo, “mi amor, mi sangre”, nos declara su verdadero sentimiento hacia ella, constituido por una mezcla de amor paterno hacia esa hija que hubiera deseado tener en su hija verdadera - a la que lleva años sin ver ni escuchar -, y de amor del hombre viejo hacia la mujer joven. La sutil expresión de ese amor, plenamente correspondido por ella, va manifestándose en las tartas de limón que comparten, símbolos de besos y caricias no hechos realidad, en los abrazos después de las victorias en los combates, o en la cariñosa insistencia de él para que ella se proteja en todo momento, fuera y dentro del ring, sugiriéndole que compre una casa con los ingresos del boxeo o rechazando inteligentemente las ofertas de combates de los managers de las boxeadoras cuando los consideraba precipitados para su pupila.

El concepto que tiene Eastwood de la familia como institución queda valientemente expuesto en el filme, dejando patente cómo su amigo y empleado Scrap, la boxeadora Maggie y Frankie, constituyen la familia verdadera donde todos sus miembros se quieren, se admiran y confían entre sí. Quedan en entredicho, a merced de la piedad del espectador, los hermanos y madre de Maggie, a la que nunca han apoyado y a la que intentan explotar cuando queda inválida, y la propia hija de Frankie, que sólo da señales de vida en esta historia a través de las innumerables cartas que devuelve a su padre por correo y en las preguntas que sobre ella hace a Frankie el párroco de su iglesia.

Eastwood permanece fiel a sí mismo y aquella época en la que maduró como artista total y como persona, nadando contra la corriente imperante desde hace décadas en el cine y en la vida de buscar el éxito inmediato, sacrificando el disfrute del día a día en el aprendizaje de cualquier arte, destreza o trabajo. Se concede el tiempo de calidad que necesita para gestar sus creaciones y hacerlas crecer con los nutrientes necesarios para convertirlas en obras de arte. En su cine, y especialmente en esta cinta, resalta la importancia del trabajo bien hecho, de la espera paciente y confiada hasta que el fruto caiga solo del árbol, del agradecimiento sincero a los que te prestan su ayuda y cariño, de la defensa del débil, no permaneciendo impasible ante los abusos del poderoso...

Eastwood parece reírse de Frankie valiéndose de la ironía de Scrap, que critica la utilidad de aprender en sus ratos libres el gaélico irlandés, dialecto derivado de la lengua céltica. Pero, a la postre, son los conocimientos de gaélico los que permiten a Frankie impulsar aún mejor a Maggie hacia el estrellato mundial mediante el aliento que miles de irlandeses en todo el mundo, y a priori neutrales, van proporcionándole en cada combate.

En los últimos planos del filme, Frankie desaparece materialmente - como al final lo hacía su personaje de pistolero justiciero en Sin Perdón, su maravilloso western de 1992 -, refugiándose en tierra de nadie para salvarse del juicio final a sí mismo por ayudar a Maggie a morir. Pero el espíritu de Frankie permanece flotando en la narración hasta el mismo final de la película, cuando a través de los sucios y gastados cristales de la oficina del gimnasio, vemos cómo Scrap, mientras de un piano brotan las nostálgicas notas de un blues, continúa escribiendo a la hija de su amigo, tratando de explicarle cómo era en realidad el hombre oculto bajo aquel rostro impenetrable.

Puede que Eastwood tuviera de niño un sueño inolvidable: llegar a ser un verdadero creador de sueños. Después de enamorarse de la música, deviniendo intérprete de piano, compositor y productor, de dar vida a tantos magníficos personajes a lo largo de su extensa y sólida carrera como actor, y de ver reflejada su humanidad en los ojos de los que han caminado junto a él en algún momento, lleva ya más de tres décadas soñando que toca el cielo de la creación del séptimo arte: cada vez que despierta de su sueño, una estrella cae del firmamento, y él, cogiéndola al vuelo con sus manos grandes, nos ofrece su luz desde la penumbra en forma de auténtica película.


Luis Ángel Barquín

Dirección: Clint Eastwood. País: USA. Año: 2004. Duración: 137 min. Género: Drama.Interpretación: Clint Eastwood (Frankie Dunn), Hilary Swank (Maggie), Morgan Freeman (Eddie Scrap-Iron Dupris), Jay Baruchel (Danger Barch), Mike Colter (Big Willie Little), Lucia Rijker (Billie), Brian O'Byrne (Padre Horvak), Anthony Mackie (Shawrelle Berry), Margo Martindale (Earline Fitzgerald), Riki Lindhome (Mardell), Michael Peña (Omar), Bruce McVittie (Mickey Mack).Guión: Paul Haggis; basado en relatos recogidos en "Rope burns" de F.X. Toole.Producción: Clint Eastwood, Albert S. Ruddy, Tom Rosenberg y Paul Haggis.Música: Clint Eastwood. Fotografía: Tom Stern. Montaje: Joel Cox. Diseño de producción: Henry Bumstead.Dirección artística: Jack G. Taylor. Vestuario: Deborah Hopper.Estreno en USA: 15 Diciembre 2004. Estreno en España: 4 Febrero 2005.

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