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- Luz de marzo
- Compromiso-
- Sonetos para una tarde de verano
- Más allá de las palabras
- Página
- Pulso
- Una luz en la luz
- Dhyana (en meditación)
- Cuaderno del vacío
- Esencia
- Ser
- Poemas de amor
_______________________________

TE INVITO A VISITAR TAMBIÉN UNA LUZ EN LA LUZ -Blog de Luis Ángel Barquín sobre la Palabra Poética Universal: Poemas, Textos sobre la Poesía y la Creación Artística-

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lunes, 29 de septiembre de 2008

HUELLA

El pie pisa la tierra del camino... Mas la huella que queda –silencio sólido, sentido- sobre las cosas y la gente, es la del corazón que ha amado sobre sus propios pasos.

Un corazón despierto necesita la piel del cuerpo, toda, para latir sintiéndose invitado al ahora. Dichoso, el corazón expande su tamaño y toca, con celeste precisión, los confines del mundo, dejando así su impronta indeleble, sencilla, en la memoria del gran cero.

Luis Ángel Barquín




domingo, 28 de septiembre de 2008

ACEPTACIÓN

¿Cómo sabes que no eres perfecto,
total, bello?

¿Por qué no pruebas a ser tú mismo,
tan cuerdo y tan loco?

Cuando llegues al sitio que quieres,
¿serás feliz?, ¿más que ahora?

¿Qué tiene de erróneo, de insensato,
disfrutar a cada instante?

¿Sabes dónde se encuentra el lugar
donde eres ya rey o reina?

¿Debes algo a la vida, a la muerte,
al cielo, al mar, a los hombres?

Si no intentas cambiar lo de afuera,
¿sabes lo que ocurre?

Si te sientas a mirar al río
pasar, ¿se hace tarde?

¿Por qué quieres seguir con la lucha
donde siempre pierdes?

Hablo solo: las mismas preguntas
que lanzo a las nubes,
siempre vuelven a mí con fragancias
de flores y estrellas
que así me responden.

Luis Ángel Barquín

VALORES

Lo que me cuesta alcanzar un estado, es su valor. Aquello ya a mi alcance, sin esfuerzo aparente por mi parte, tiene el valor que mi atención adquiere por dejar que suceda, por permitirlo en mí: detenido silencio en el ahora.

Me miras: el amor en tus pupilas es una danza sobre mi corazón, un beso inmenso que acepta mi mirada, tornándose más pura. Permito que suceda, lo valoro apartando mi yo. Queda sola mi alma.

Llega tu confianza abarcándolo todo. Te das. Armas tu piel de elipse abrazando mis dudas. Abasteces mi asombro con tu misterio táctil. Me relajo. Construyes un hogar ambulante que no sirve más allá de este instante. Su valor es efímero y eterno: se desvanece y surge de su nada, en un bucle continuo.

No puedo dar valor a lo que ya lo tiene por concesión del mundo. Reconocerlo, sí que puedo.

Admitir sin reservas que la vida es vivida a través de sucesos y cosas sin valor aparente…; ofrecer al fulgor del nuevo día, las fuerzas que me queden para aprender a amar lo recibido, para seguir la pista de aquello que me espera desde siempre…;
es digerir lo simple, entrar en su morada dejando que entre en mí viajando por mis vísceras, que sentirán el signo de sus valores múltiples, aquellos que se absorben solamente en las propias entrañas.

Luis Ángel Barquín




sábado, 27 de septiembre de 2008

SALINAS, PEDRO -POEMAS MÍSTICOS-

TE BUSQUÉ POR LA DUDA

Te busqué por la duda:
no te encontraba nunca.
Me fui a tu encuentro
por el dolor.
Tú no venías por allí.
Me metí en lo más hondo
por ver si, al fin, estabas.
Por la angustia,
desgarradora, hiriéndome.
Tú no surgías nunca de la herida.
Y nadie me hizo señas
-un jardín o tus labios,
con árboles, con besos-;
nadie me dijo
-por eso te perdí-
que tú ibas por las últimas
terrazas de la risa,
del gozo, de lo cierto.
Que a ti te encontraba
en las cimas del beso
si duda y sin mañana.
En el vértice puro
de la alegría alta,
multiplicando júbilos
por júbilos, por risas,
por placeres.
Apuntando en el aire
las cifras fabulosas,
sin peso de tu dicha.

FE MÍA

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.


TÚ NO LAS PUEDES VER

Tú no las puedes ver;
yo, sí.
Claras, redondas, tibias.
Despacio
se van a su destino;
despacio, por marcharse
más tarde de tu carne.
Se van a nada; son
eso no más, su curso.
y una huella, a lo largo,
que se borra en seguida.
¿Astros?

no las puedes besar.
Las beso yo por ti.
Saben; tienen sabor
a los zumos del mundo.
¡Qué gusto negro y denso
a tierra, a sol, a mar!
Se quedan un momento
en el beso, indecisas
entre tu carne fría
y mis labios; por fin
las arranco. Y no sé
si es que eran para mí.
Porque yo no sé nada.
¿Son estrellas, son signos,
son condenas o auroras?
Ni en mirar ni en besar
aprendí lo que eran.
Lo que quieren se queda
allá atrás, todo incógnito.
Y su nombre también.
(Si las llamara lágrimas,
nadie me entendería.)


A TI SÓLO SE LLEGA

A ti sólo se llega
por ti. Te espero.
Yo sí que sé dónde estoy,
mi ciudad, la calle, el nombre
por el que todos me llaman.
Pero no sé dónde estuve
contigo.
Allí me llevaste tú.
¿Cómo
iba a aprender el camino
si yo no miraba a nada
más que a ti,
si el camino era tu andar,
y el final
fue cuando tú te paraste?
¿Qué más podía haber ya
que tú ofrecida, mirándome?
Pero ahora,
¡qué desterrado, qué ausente
es estar donde uno está!
Espero, pasan los trenes,
los azares, las miradas.
Me llevarían adonde
nunca he estado. Pero yo
no quiero los cielos nuevos.
Yo quiero estar donde estuve.
Contigo, volver.
¡Qué novedad tan inmensa
eso, volver otra vez,
repetir lo nunca igual
de aquel asombro infinito!
Y mientras no vengas tú
yo me quedaré en la orilla
de los vuelos, de los sueños,
de la estelas, inmóvil!
Porque sé que adonde estuve
ni alas, ni ruedas, ni velas
llevan.
Porque sé que adonde estuve
sólo
se va contigo, por ti.


PERDÓNAME POR IR ASÍ BUSCÁNDOTE…

Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en lo alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eres.

DESPIERTA. EL DÍA TE LLAMA…

Despierta. El día te llama
a tu vida: tu deber.
Y nada más que a vivir.
Arráncale ya a la noche
negadora y a la sombra
que lo celaba, ese cuerpo
por quien aguarda la luz
de puntillas, en el alba.
Ponte en pie, afirma la recta
voluntad simple de ser
pura virgen vertical.
Tómale el temple a tu cuerpo.
¿Frío, calor? Lo dirá
tu sangre contra la nieve,
de detrás de la ventana;
lo dirá
el color en tus mejillas.
Y mira al mundo. Y descansa
sin más hacer que añadir
tu perfección a otro día.
Tu tarea
es llevar tu vida en alto,
jugar con ella, lanzarla
como una voz a las nubes,
a que recoja las luces
que se nos marcharon ya.
Ese es tu sino: vivirte.
No hagas nada.
Tu obra eres tú, nada más.


INMINENCIA

Yo silencioso. Pero
grito, quejido, o risa
dentro y en pie con la ballesta armada.
Yo en tierra. Pero el barco
listo y los huracanes que me lleven.
Yo quieto. Pero
aquí, a los cuatro lados, cuatro tajos.
Yo nada, sombra, pasajero y aire.
Pero, ¡tantos rumbos seguros!
pero ¡tantos soles eternos!
Pero, ¡tantas calmas augustas!
Para mí, sombra, pasajero y aire,
hoy.


QUE SE APAGUEN LAS LUMBRES

¡Que se apaguen las lumbres,
que se paren los labios,
que las voces no digan
ya más: «Te quiero» ¡Que
un gran silencio reine,
una quietud redonda,
y se evite el desastre
que unos labios buscándose
traerían a esta suma
de aciertos que es la tierra!
Que apenas la mirada,
lo que hay más inocente
en el cuerpo del hombre,
se quede conservándole
al amor su futuro,
en esa leve estrella
que los ojos albergan
y que por ser tan pura
no puede romper nada.
Tan débil está el mundo
-cendales o cristales-,
que hay que moverse en él
como en las ilusiones,
donde un amor se puede
morir si hacemos ruido.
Sólo
una trémula espera,
un respirar secreto,
una fe sin señales,
van a poder salvar
hoy,
la gran fragilidad
de este mundo.
Y la nuestra.


SÍ, POR DETRÁS DE LAS GENTES

Te busco.
No en tu nombre, si lo dicen,
no en tu imagen, si la pintan.
Detrás, detrás, más allá.
Por detrás de ti te busco.
No en tu espejo, no en tu letra,
ni en tu alma.
Detrás, más allá.
También detrás, más atrás
de mí te busco. No eres
lo que yo siento de ti.
No eres
lo que me está palpitando
con sangre mía en las venas,
sin ser yo.
Detrás, más allá te busco.
Por encontrarte, dejar
de vivir en ti, en mí,
y en los otros.
Vivir ya detrás de todo,
al otro lado de todo
-por encontrarte-
como si fuese morir.

Pedro Salinas


LI PO -POEMAS MÍSTICOS-

ESPERANDO EL VINO, QUE NO VIENE

Se ha ido a comprar vino
con la jarra de jade,
ligada con seda negra.
Pero ¿qué pasa? ¿Por qué se demora?
Las flores de la montaña,
sonriendo, coquetean conmigo.
Sería el mejor momento
para llevarse la copa a los labios.
Cuando cae la tarde,
beberé junto a la ventana de este,
con los vagos orioles que regresan.
En un día hermoso,
¿puede haber mejor pareja
que este viajero borracho
y la brisa de primavera?

PARTIENDO DE MADRUGADA DE LA CIUDAD DE BAIDI

Digo adiós a Baidi entre arreboles del alba.
Hoy llegaré a mi hogar recorriendo cien leguas.
Aúllan sin cesar monos en ambas riberas.
Se desliza, entre un bosque de montes, mi barca.

CONTEMPLANDO LA MONTAÑA DE LA PUERTA DEL CIELO

La montaña Puerta del Cielo
se parte en dos,
dejando libre curso al río Chu.
Sus aguas de esmeralda
se precipitan hacia el este
y luego giran al norte.
En ambas orillas,
los verdes picos gemelos
se miran cara a cara,
mientras una vela solitaria
está viniendo del sol.

CANTO A LA LUNA DE LA MONTAÑA EMEI

Oh luna de la montaña Emei,
hermoso medio disco de otoño.
Tienes esparcidas tus luces
sobre las impetuosas aguas
del río Ping Qiang.
De noche salgo del Arroyo Diáfano
y paso por las Tres Gargantas.
Te echo de menos y no te veo
hasta que llegamos a Yuzhou.


Li-Po

WANG WEI -POEMAS MÍSTICOS-

EL CERRO DE HUAZI

Los pájaros se han volado
hacia el infinito.
De nuevo montes y sierras
se tiñen de otoño.
Subo y subo, y luego bajo
por el cerro de Huazi.
¡A qué extremo llega
mi inmensa tristeza!

EL CERCADO DE LAS MAGNOLIAS

Las montañas otoñales
recogen la última luz.
Se ha volado la bandada
siguiendo al último pájaro.
De un tiempo a otro brillan
rayos esmeralda.
No tiene donde quedarse
la neblina vespertina.

EL JARDÍN DE LOS CIERVOS

Desierto el monte.
No se ve gente,
mas se oyen voces.
Lo hondo del bosque.
Unos rayos ponientes.
De nuevo resplandece
el musgo verde.

TRINOS EN EL BARRANCO

Los hombres ya descansan.
Caen flores de casia.
Silenciosa la noche.
Primavera en la vacía montaña.
Emerge la luna
y asusta a los pájaros.
Sus chirridos alborotan,
en un instante, el barranco.


Wang Wei

viernes, 26 de septiembre de 2008

CUANDO...

Cuando te invada, poderosa, la imagen de tu voz apresada, de tu aliento menguado, de tu frutal abatido por el rayo de la incógnita;

cuando la carga te resulte inmensa, tu espalda, diminuta, y quieras el alivio de perder tus anhelos y tu historia;

cuando sientas que alguien borra las huellas de tus pasos, que algo te oculta la señal que esperas para darlo todo, que una voz te extravía de tu rumbo si la escuchas y sigues, si la ignoras y cedes al olvido;

cuando te veas fea, a veces, en el espejo del mundo, y no quieras volverte hacia ti misma para saltar al otro lado de tu imagen, buscando en lo invisible la transparencia que hable de claridad a tu mirada, donde por fin te abraces, desnuda, a tu pureza;

cuando la mañana te parezca tarde, la tarde, noche, la noche, sin final, sin estrellas ni luna que den paso al preludio de la aurora, al sol que queme todas tus excusas y ayude a florecer a tus motivos;

cuando temas perder lo que no tienes, o persigas la estela de aquello que te daña, o des la espalda a lo que siempre ha estado a un solo paso de tu corazón, en ti, aguardando tu reconocimiento;

cuando no tengas ganas ya de compartir tus sueños, ni de regar la pasión que dotase de alas a tu fragancia y de riquezas al mundo a través de las notas y silencios de tu alma irrepetible;

cuando pienses que el tiempo que se ha ido te quitó lo mejor y sólo te dejó la cuenta atrás que, sin piedad, retumba en tus oídos, anunciando el final o los finales, por ti temidos, de afectos y certezas;

cuando creas que el viento ha olvidado dejar cartas de amor bajo tu ventana;

...Levántate y camina, entre heridas y ruinas, hacia el buzón que ves enfrente, al otro lado de tu escepticismo, tu escudo, tus creencias, y abre la carta que alguien te remite para hacer que sonrías como una niña otra vez.

Luis Ángel Barquín

UNA VOZ, UN SILENCIO

Hay una voz sin alas, ni cara, en tu silencio. La voz me habla. Algo quiere decirme, ¡sí!, mas no lo entiendo. Lo oigo apenas latir entre mi propio ruido, entre el murmullo de mis preocupaciones y mis deseos. Ese algo tuyo silencioso, más allá de tu historia y tu memoria, se determina ajeno a tu voluntad… no puedes callarlo; tampoco, hacerlo hablar. Es la necesidad de ser palpable de tu alma, que trasciende los límites que tú sueñas tener.

Otro algo vive o muere en tu silencio. Es más como un callar que sientes, que dominas desde hace mucho tiempo, desde niña tal vez. Puedes darle la vida o hacerlo desaparecer con sólo proponértelo… Pero a veces se escapa de tus manos, y vive y muere como un pez fuera del agua tuya, respirando un instante de pura eternidad contigo, y cayendo después, duro y frío, a tus pies. Ese algo es protección cabal de tu fragilidad, la que quisiera abrirse como flor cuando el aire es más cálido y la brisa se adueña de las rutas del aire en primavera.

Y mi atención se atasca entre las dos señales que tu callar me deja en el oído. La una, tan pura, que es casi inconcebible para mi fantasía… no la puedo tratar si no es con mi inocencia, que vive más allá de lo que sé, de lo que ignoro. La otra, peluche con que juega tu mente a ser maestra de voces capturadas, o de voces lanzadas al mundo de las inteligencias que quieran escucharte y prestarte una vía hacia el amor.

Entre las dos navego: atormentado, a veces; otras, risueño… Sonidos de sirenas me acompañan a babor o estribor, cambiantes, modulados. En la popa, un impulso que dirige mi anhelo hacia las islas donde tu alma se baña, y en la proa, una estrella que se enciende o se apaga, cuando quiere ser luz de tu pureza o sueño mudo con que tu destino se expresa en el presente para mí.

Luis Ángel Barquín

ÚNICA

Entre todas las flores, busco a una. Su color, su textura u olor, no constituyen sus dones más preciados. Tampoco su quietud o flexibilidad, son las estrellas que me llevan, en sueños, hacia ella.

En un viaje que la luz sustenta, la belleza que emana de sus líneas, retorna hasta su cáliz después de bendecir la tierra, de seducir al cielo, de enamorar al mar.

Su música es silencio perfumado que estalla en el ahora, creando una armonía de notas presentidas que tañe el corazón.

Tiene el poder de ser sin llamar la atención, anónima presencia que uno siente sin gestos ni palabras. Acomoda sus pétalos a los brazos del aire. Dobla su tallo, inerme, ante el peso del agua de la lluvia o la nieve, en una reverencia natural.

Su imagen me acompaña, pero me falta ella.

Me resulta minúscula si trato de acercarme a los parajes donde creo que está; los rumores tejidos por sus alrededores son hojas secas que alfombran con crujidos los caminos que piso sin hallarla.

Su grandeza me envuelve, relaja mi impotencia para intuir sus señas, me presta unos zapatos que se quedan inmóviles cuando me los pruebo para caminar…

…Y así me quedo, clavado en el presente, el nuestro, donde dos hojas cubren mis ojos por sorpresa llegando desde atrás. Sus pétalos se posan en mi nuca. Ese beso me dice que se queda conmigo para siempre, y me anuncia su rasgo distintivo: ¡sin darme cuenta, amándola, comienzo a amar el mundo, y soy feliz!

Luis Ángel Barquín

jueves, 25 de septiembre de 2008

NO SER

Nos acecha el no ser como el inmenso destino de lo humano. Se intuye su presencia, o su llegada, cuando la idea no se siente capaz de todo y deja una ausencia insondable que invoca a lo evidente.

La vida dota al hombre con un cuerpo, limitado en el tiempo, asociado a un lugar, ceñido por el hueco que lo acoge. Más allá de su piel, el afuera de todos, parece no existir la propia vida o existe la no vida, ya ni propia ni ajena. Sin embargo, es la pausa que media entre los seres la única vía que los comunica entre sí y con su ausencia, no presencia común. Sintiéndolo es más fácil dejar que el pulso vire hacia el presente, cadalso donde muere la idea de ser alguien y sólo se es no siendo.

Ser es la condición para no ser. No haber sido del todo, no nos da ese derecho a no ser nadie, nada que se despierta. El fuego ha de abrazar intensamente al tronco para que el ascua nazca y muera por completo, y de esa muerte nazca la ceniza.

No ser nos complementa, nos da la alternativa sin elección posible, la posibilidad de regresar al ahora, al instante, sin previo aviso. Caer sobre el no ser es elevarse sobre el tiempo del hombre, ver la historia con ojos de relámpago, contemplar el futuro como el hogar - sin señas y sin límites- de todos los Don Nadie.

Luis Ángel Barquín

GRATITUD

Existe un modo de despertar que no es únicamente abrir los ojos, reunir distancias, y enfocar con ellos. Acaso sea posar la mirada, en lugar de clavarla, en lo que nos rodea. O dejar que las texturas de las cosas nos hablen de los pequeños milagros que casi nadie destaca pero que todos necesitamos a cada instante. O poder dirigir nuestra propia atención hacia dentro, buscar a ese yo que gobierna, insaciable y astuto, nuestras vidas, y no llegar a encontrarlo jamás. O sentir que el silencio es un puente de absoluta firmeza, y no un abismo, entre los seres.

Un despertar así es renacimiento a la vida sencilla, donde se prende la lámpara que sirve para encontrar el júbilo que se acumula grano a grano, día a día, hasta crear montañas invisibles mucho más altas que las de verdad.

Ver de manera que el alma se estremezca con las nuevas corrientes reconocidas, que de esa sacudida nazcan brotes que al final echen flor, es ya entreabrir los ojos a la vida, principio de anhelarla.

La gratitud podría ser un árbol crecido en suelo inhóspito, que hubiera florecido a pesar de sí mismo y la intemperie, y anunciase sus frutos al viento con un aroma de naturalidad que sabría llegar a todos los olfatos…

Luis Ángel Barquín

BELLEZA

Existe siempre tu belleza… En realidad no es tuya; por eso existe, en flor que nunca se marchita. Belleza, pura atmósfera que envuelve tu presencia sin definirla, con delicadeza.

De niño, la belleza era el instante. Lo recuerdo. La intensidad quemaba dudas, y un aroma de juego quedaba al fin flotando sobre las cáscaras de los ratos vividos, exprimidos limones.


De joven, la belleza fue un perfil de muchacha, una larga melena de cabellos castaños, unas piernas al sol en vacaciones, el negro de unos ojos de pícara mirada, ciertos labios besados por la luz de la luna, o las dunas doradas de un busto palpitante.


Ahora, todo ha cambiado o, tal vez, sigue igual, y acaso sea sólo diferente mi manera de verme y verlo todo. La belleza, inmutable, sigue su órbita azul alrededor del tiempo de los hombres, embelesando todo con su giro invisible…

…Y de pronto, a mis ojos, una forma -la tuya- ha reunido belleza sobre sí… Arden ya mis pupilas al contemplarla, sin darme apenas cuenta de que es el alma, incendiada, la que siente ese fuego en la distancia, y los ojos son sólo los curiosos testigos del encanto.

A una cierta distancia de esa atmósfera ‘tuya’, respiro como luz o como ausencia de mí, sombra de sombra. Pero cuando me acerco a la belleza que te acoge, soy pétalo o soy hoja, arrastrado o llevada, por corrientes de un sueño fascinante que viaja, sin saberlo, hacia ti…

Mas es en el contacto con tus inmediaciones, donde el pecho se expande fácilmente, encuentra el corazón su pulso musical, se hace el ala consciente de sí misma, y la belleza es aire posado sobre ti, agradecido de ser la atmósfera que inhalas -¡mujer, planeta amante!-, a la que entregas gotas de tu esencia.

Luis Ángel Barquín

BORGES, JORGE LUIS -HAIKUS-

Algo me han dicho
la tarde y la montaña.
Ya lo he perdido.

***


La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.

***


Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.

***

Desde aquel día

no he movido las piezas
en el tablero.

***


El hombre ha muerto.
La barba no lo sabe.
Crecen las uñas.

***


Ésta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera.

***


Bajo el alero
el espejo no copia
más que la luna.

***


Bajo la luna
la sombra que se alarga
es una sola.

***


¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?

***


La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.

BASHÔ, MATSUO -HAIKUS-

¡De qué árbol en flor
no sé
pero qué perfume!

***

Un leve instante
se retrasa sobre las flores
el claro de luna.

***

Silencio
la voz de la cigarra
penetra las rocas.


***

Bebamos toda la noche
para hacer un tiesto de flores
con el tonel.

***

La primavera pasa
lloran los pájaros y
son lágrimas los ojos de los peces.

***

Las patas de la grulla
se han hecho más cortas
en las lluvias de mayo.

***

No pertenece
ni a la mañana ni a la noche
la flor del melón.

***

El perfume de las orquídeas
en las alas de las mariposas
empalaga.

***

El crisantemo blanco
el ojo no encuentra
la menor impureza

***

En mi copa de sake
han dejado caer barro
las golondrinas.

***

Admirad bien la luna
antes de que corten
los juncos del río.

***

Manchados de barro
por el rocío
los melones parecen más frescos.

***

Ahora que los ojos del halcón
se oscurecen
las codornices pían.


***

La luna en el sexto día
es el momento de asar las gambas
a la caída de la tarde.

***

El rayo
desgarrando la noche negra
el grito de la garza.

***
De cuando en cuando
las nubes acuerdan una pausa
para los que contemplan la luna.

***

Luna veloz
las copas de los árboles
retienen la lluvia.

***

Lluvias frías
hasta el mono quisiera
un abrigo de paja.

***

Nada dice
en el canto de la cigarra
que su fin esté cerca.

***

Nieve matinal
los puerros marcan el nivel
en el huerto.

***

Jardín de invierno
la luna como un hilo
una voz de insecto.

***

Brasas bajo la ceniza
sobre el muro
la sombra del invitado.

***

No olvides nunca
el sabor solitario
del rocío blanco.


Matsuo Bashô

miércoles, 24 de septiembre de 2008

JOSÉ MANUEL MARTÍN PORTALES -POEMAS EN PROSA-

EL MENDIGO (Kojiki)

Toda mirada busca un regazo donde existir y es acogida en los brazos del aire, acunada en la transparencia de las cosas.

Ahí fuera algo sacia. Abrirse es ya ser dueño de la vida. Pero la vida no es algo ya completo. Si un corazón no la anhela, la vida ya no existe.

Aquello que sacia al hombre es la pobreza. Lo que ha de llegar cuando el vacío de uno mismo sea verdadero. La esperanza no sabe lo que espera. Su verdad consiste en eso, en una necesidad que carece de objeto, que no se detiene en lo recibido. En un anhelo que ha de ser colmado por lo imprevisible.

Arrojado a la transparencia del mundo.

LA COMIDA (Shokuji)

Se alimenta de luz el cuerpo del espíritu. El alma transfigura las formas y extrae de ellas lo protegido bajo su oscura consistencia.

Liba, aquí y allá, pequeñas dentelladas de horizonte. Reposa en la abundancia del milagro. Sobrio.

Aquello que se ofrece pertenece al sentido de la necesidad. Muestra así al mundo su perfección precaria y suficiente. Y su encuentro produce soledad: el pan de cada día.

Acumular para el hambre de mañana es una imperfección de la esperanza. Un contrasentido que el hombre ha introducido en el equilibrio del cosmos.

A cada instante le basta su afán.

El que se busca ha sido invitado al ahora.

EL MAR (Umi)

Lo ilimitado muestra su vacío como un don. La Realidad no deja de transformarse en ella misma: lo abismal acude a su nombre para perderse en él.

El que nombra el mar sabe que está mintiendo, sabe que no sabe lo que nombra.

Así también es el presente. Una pura negación. Un sublime estadio de aventura. Así el poema, algo ilimitado latiendo en el ahora-palabra.

Zarandeado una y otra vez, el espíritu descansa en la hermosura, aunque la espuma bulle sobre un pueblo de náufragos. Pero lo que se muestra en la superficie es tan sagrado como lo que se oculta en lo profundo.

El mar esconde lo que muestra. La Totalidad también es monosílaba.

El que se busca santifica el instante.

El que se busca se ofrece a la intemperie.

SOLEDAD DEL HOMBRE (Kodokuna hito)

Acaso toda soledad no sea otra cosa que la apropia­ción de una pérdida de si mismo, un acto de reconoci­miento, como si algo propio se volviese ausencia aunque permaneciese encarnado en nuestro cuerpo. Como si la ausencia se presentase, seductora, fantasmal, a veces impidiéndonos encontrarnos con alguien, a veces obli­gándonos a abrazarlo todo.

De ese gran misterio del corazón nada se sabe, excep­to que acontece. El hecho de que exista el poema nada resuelve, en efecto, pero aquella palabra nacida en sole­dad parece indicar precariamente que la comprensión de lo vivido no está en sus causas sino en su sentido. Como si esa misteriosa experiencia fuese hija del maña­na, no del ayer.

Un hombre solo, acaso por su ‘culpa’; dirán los racionalistas del espíritu. Un hombre solo, acaso por su ‘destino’; pensarán los artistas. Pero más allá de las respuestas, la soledad, a fin de cuentas, quizá no sea otra cosa que una forma de desnudez incomprensible, una metáfora por la que transitamos, algo hasta tal punto inocente que no pueda entenderse ni desde el origen ni desde el destino. Sencillamente forma, forma pura de hallarse entre el Todo y la Nada. Apropiación de la transparencia.

Encarnación del nadie. Pobreza de lo inminente.

El que se busca no sufre compañía.

EL HAMBRE (Ue)

Persistir en la Naturaleza es voluntad del mundo. El hambre es el espíritu del mundo, tal como la sed, algo sagrado para él, algo en lo que busca ser reconocido. Algo ante lo que el hombre comprende que es mundo.

Con el pico desmesuradamente abierto esperan los pájaros recién nacidos, y la amistad también tiene la forma de un banquete.

Cuando falta la leña, el fuego clama oculto como un huérfano, tiembla en la nada de su propia posibilidad inaccesible.

El que se busca se alimenta de la nada.

El que se busca aprende de su estómago.

EL BUDA (Hotoke)

El que ha roto su espejo contempla un rostro sagra­do. Una costumbre de asombros lo protege, pues nada ha conseguido para sí quien reconoce la Totalidad.

De un lado a otro del paisaje, atravesado en deve­nir, herido en forma, sobresaltado en ausencia aquí y allá, lo que se manifiesta persigue a su manifestación.

Ahí sublime, donde muestra la Nada su sentido. Estructura de toda anunciación.

De la indefensión de la misericordia se alimenta el porvenir.

El que se busca se postra ante el azar.

BEBER EL AGUA (Miza o nomu)

Los sentidos permiten que la conciencia no quede atrapada en la contemplación. Nada ha de quedar preso en su imagen. Lo que sucede sólo sucede ahora. Mantener en vilo el presente parece ser el destino que se busca.

La sed es el presente puro de la necesidad, un modo ser del alma. Por eso el agua que se bebe ahora tiene que ver con el espíritu del mundo en el instante de darse al hombre. Beber el agua es un acto de pureza, sin más.

La sed busca a la madre. Beber es encontrarse con la madre. La madre está en la sed, como un anuncio de presencia.

El agua es lo que queda cuando el viento ha atravesado la piedra.

El que se busca se sacia de su necesidad.

EL HOMBRE Y EL MUNDO (Hito to sekai)

Inadvertidamente, la vida se fue posando sobre el mundo. La vida se hizo mundo. Algo que late bajo el cielo, algo que brota y se deshace, arrastrado por el vien­to, que era parte del mundo antes que la vida.

La vida, después, pensó en sí misma. Se hizo con­ciencia y contempló al mundo como algo ajeno. La vida se olvidó de que era mundo y quiso sobreponerse al viento, que era parte del mundo antes de que la vida supiera nada.

Lo extraño del haiku es que supone una conciencia, pero una conciencia que no busca sobreponerse sino más bien intimarse con el mundo. Pareciera, en efecto, que hablase el mundo en el haiku. Que fuese el propio mundo el que está teniendo conciencia de la vida, del hombre.

Pero el mundo no mira al hombre como algo ajeno, y todo lo que dice lo dice humanamente. Una palabra hecha de silencio.

El que se busca se convierte en lenguaje.

EL VIENTO (Kaze)

Juega a deshacer, aun cuando llega con la intención de ofrecer algo perdurable. Cuando su ímpetu se enfren­ta a la piedra, conmueve su vibración y la manera de multiplicarse, después, en pequeñas flechas invisibles que saltan en todas las direcciones. Cuando se enfrenta a la hoja o al pétalo, no es menos emocionante darse cuenta de su impetuosa delicadeza: mece y provoca una ondulación tan sutil que se diría que un ángel ha sido invitado y participa de esa paz junto al testigo.

Más allá de su aliento sagrado, que alimenta el espí­ritu de cada cuerpo y refresca la honda superficie de cada ser, transporta un cúmulo de evidencias remotas: el sonido de pólenes lejanos, el sabor de una música callada, el roce de una idea que eriza la piel... y nos deja ver, a su paso, la esperanza que juega a decir adiós pero no quiere abandonarnos del todo. El alma es un cúmulo de sinestesias.

En las noches en calma se queda como inmóvil, como un hombre ante el Buda. Polvo o lluvia, siempre trae algo entre manos.

Con la misma facilidad que descorre una cortina reinventa los desiertos. Cuando adviertes su presencia ya se ha ido.

El que se busca camina junto al viento.

LA MUERTE (Shi)

Cuando aparece la encarnación de la distancia cual­quier otra presencia es abolida. Como un silencio que al fin es pronunciado y ocupa todo el hábitat del lenguaje.

Las palabras que huyen, ya inútiles, hasta sus últimos significados, no serán comprendidas. Acaso los niños que juegan en la puerta o la brisa del atardecer pueda toda­vía meditarlas un momento, convertirlas en luz en el umbral de la noche, como quien esconde una canica hasta mañana o entierra lentamente una antorcha.

Algo sosegado, como la conquista de un jardín abandonado o la intención de un beso sobre unos labios dormidos, se ejercita entre la niebla exactamente igual que una libélula que se ha desmayado sobre el agua.

Lo inaccesible lanza un gesto de asombro y todo lo que pertenecía al olvido regresa y danza, y a su mane­ra celebra haber sido existencia.

No hay lenguaje, pero entre las tumbas brota la hierba, que no cesa de anunciar.

Del sí al no el camino es muy corto. Del no al sí no hay camino.

El que se busca no volverá a por sus canicas.

MOSCAS Y MOSQUITOS (Hae to ka)

Fluye en pequeñas formas, la vida que se multiplica y se divide en cotidiano aliento. Juega a distan­ciarse, se reúne, renace hacia la muerte, agoniza hacia la manifestación, se encarna como ausencia, desaparece hacia el signo, se proyecta desde lo oculto, se presenta hacia el olvido. La estructura de lo que existe.

Está ahí. Es hábitat, asombro, revelación, silencio. No otra cosa que estancia, equilibrio hacia la perpleji­dad. Número. Música. Algo corpóreo donde el alma se reconoce.

Nada es algo ajeno.

El que se busca descubre una estructura.

LA HIERBA (Kusa)

Algo indecible ha encontrado acomodo y regala su efímera frescura al que no cesa de atravesar los áridos caminos, por donde huye el verdadero nombre de las cosas. Por eso, quizá, una brizna de muerte salpica la mirada que se ha entretenido junto la humilde hija de la lluvia.

Algo profundo, sin embargo, como un cielo de tierra o un gesto amable que esconde su amargura, le ha lla­mado desde la misteriosa certeza con la que suele maniatar la ternura a quien pasa a su lado.

Distraídamente ha comprendido que todo conoci­miento es paisaje, y que el camino de lo que va a des­aparecer está plagado de presencias que anuncian algo eterno.

Quizá los últimos días de la primavera.

El que se busca descansa en el olvido.

LA LUNA (Tsuki)

Toda soledad merodea una perfección, crece hacia la nada plena. La visitación de la luz encuentra cuerpo allí, sombra transfigurada, cuando el olvido se ha hecho perceptible y acaba siendo femenino en su última trans­formación.

Leche de manantial. Dulce augurio azul en el cen­tro de la constelación sangrante. La que está hecha de tiempo. Volvedora.

Como una victoria del lenguaje sobre la inagotable música incomprensible. Alma del logos. Materia de un ángel interior. Piedra de luz gobernando la noche de los hombres.

Supremo ahí sostenido por adverbios incandescentes. Descripción exacta del silencio.

El que se busca se deja iluminar por la sombra.

LA VEJEZ (Oi)

Cumplido el tiempo, el corazón reúne la memoria deshilachada que ahora revela, más allá del dibujo, los trazos del pincel sobre la tela húmeda. Lo que soñamos apenas aparece ante nosotros como una perfección de ausencias líquidas. Como agua a punto de no ser llu­via o arroyo, ni charco, ni manantial, ni mar siquiera. Sólo agua latente en la consumación de la edad.

La aproximación del olvido, patria al fin, inminen­cia de toda transformación, deja en el alma una can­ción en ruinas que se repartirán los pájaros del silencio, mientras el cuerpo obedece y es conducido hacia la madre como un niño remoto.

Lo que se tuvo un día como presencia se tiene ahora como una pérdida. Como si el mundo que nos sostuvo se echara ahora en nuestros brazos para ser sostenido por nosotros o para quedarse dormido pegado a nuestro sueño.

Orfandad traspasada de maternal lenguaje.

El que se busca ha incendiado el silencio.

LAS NUBES (Kumo)

Lo que da de vivir pasa como si nada. Pero su leja­nía de caprichosas formas esconde el elixir de la flora­ción y la amenaza del aguacero.

En su húmedo corazón se complace la luz y descan­sa, agotada de vagar por la inconcebible transparencia.

Pero su perfección consiste en lo puro de su indife­rencia, en el modo que tienen de no pertenecer a quien goza o teme contemplándolas.

Hijas de la intemperie, en su vientre consuma el viento su inaccesible hondura.

Cuando desaparecen, su ausencia deja pasar la luz. El que se busca está protegido por la sombra.

LA DESNUDEZ (Hadaka)

Con indolente sencillez regresa el cuerpo, a veces, a su intemperie, como si se adentrara en un huerto soli­tario por el mero hecho de una pequeña predisposición, o permitiera que el alma se hiciese visible por completo.

Entonces recorren el paisaje evidencias casi irrecono­cibles, como llegadas de un tiempo remoto o futuro, señales de todas partes que se abrazan a nuestra más íntima frontera y nos susurran al oído una consigna, acaso una canción antigua que aún recordamos.

Todo se vuelve silencioso. Todo significa sin necesi­dad de haber sido expresado.

El despojo atrae la compañía. Sólo la desnudez acce­de a lo evidente.

El que se busca añora la transparencia.

EL ALCOHÓLICO (Sake-nomi)

Como una costumbre despiadada por la que huir hacia la ausencia, el sake liberó a Santoka de la cárcel de los otros y le condujo a la cárcel interior, desde la que salía cada mañana sin rumbo, hacia no se sabe qué encuentro.

Imposible de ser dueño de sí, acaso fue construyendo lentamente una forma frágil de piedad en la que fueron instalándose las cosas y los seres que no encontraron morada en otro sitio.

Allí, en su contradicción, poblado de agónicas luciérnagas, como encerrado en una luz de polvo o acorralado por ángeles de luto, convivió muchos años con la deformada evidencia de su propio abandono, como quien camina sin tregua hacia el abismo sin sospechar que toda desesperación es una forma de humildad donde termina habitando la misericordia.

Ajeno, deshabitado, en puro vaivén de su agonía, a cuestas con su muerte, el mundo, sin embargo, estaba ahí y a su manera latía para él con la sagrada compasión de una presencia.

Memoria sin esperanza, sorbo a sorbo.

El que se busca anda ebrio de pérdidas.

LAS HOJAS CAÍDAS (Ochiba)

El tiempo de la espera culmina en una floración de la pobreza, porque toda esperanza obliga a la memoria a desprenderse de lo que habla soñado.

Desde el frondoso árbol de quien se cree dueño de su vida, van cayendo las hojas, una a una, hasta que lo que ha sido encuentra en lo profundo de su nada el fruto irreconocible de lo que es.

Incluso el lenguaje se queda sin motivos para significar. Y el poema, construida la ruina del olvido, sospecha la identidad del sin sentido en la palabra del ser.

Aquí y allá. Como una alfombra de instantes derrotados en busca del no tiempo.

Lo sido fermenta en su silencio.

El que se busca ya no puede volver.

LA MONTAÑA (Yama)

Llamamos lo sagrado al lugar del encuentro. Un hábitat de majestad vacía, prolongación visible de lo invisible, corazón mágico de la Realidad, ajeno como el límite de lo más íntimo.

Estructura sin fondo. Paisaje abierto. Epicentro de un sueño en cuyo núcleo late el origen del porvenir. Tiempo desesperadamente abolido es su presencia.

Contra la horizontalidad de todo pensamiento, corpórea como una determinación, pozo invertido de la alquimia, signo de transformación, tierra sin más amontonada sobre la inalcanzable liturgia del horizonte. Clamor petrificado. Altar del mundo donde se inmola la inminencia.

Nada en revelación. Fortaleza del olvido.

El que se busca desciende a lo más alto.

LA PRIMAVERA (Haru)

La esperaba desde niño. La esperaba como abriéndose a sí misma. La esperaba como una prolongación de la misericordia de la que se alimenta el corazón cada atardecer. Pero ella, al fin, en su humilde majestad, apareció allí, tras la ventana, como algo inesperado, como una súbita pasión que te abraza sin darte tiempo a decidir. A veces, con el amor pasa lo mismo.

En lo más alto ha de aparecer un día lo que estuvo oculto, podrido, huérfano. Lo que entendió la muerte como una maduración. Lo que esperaba sin saber. Alzarse lo que un día se amamantó de inviernos y de tumbas.

Como un gran concierto de pequeñas señales luminosas, lo que había sido silencio y polvo abandonado.

Todo parece obedecer a su tiempo. Acude a su horizonte.

El que se busca no deja de pasar.

LA NIEVE (Yuki)

Lo sagrado acontece en la víspera del conocimiento. Después ya sólo queda el símbolo, que oculta lo que revela y muestra lo que esconde. Cuando aparece ahí, en breves copos infinitos, la extraña hierofanía, algo interior se desvanece, como impulsado hacia lo informe, lúcido y desesperado hacia la paz.

El aliento interior se hace cargo del paisaje y es imposible ya saber si va o si viene, pues el tiempo ha sido obligado a postrarse ante el signo que se deshace.

Éxtasis de lo ausente, su presencia.

El que se busca se olvida de sus huellas.

LA LLUVIA (Ame)

Bajo la bóveda del arco iris amanece un país interior. Goza en su intimidad la materia del mundo. Algo fértil derrama su canción como una palabra pura sobre la geografía del silencio.

Algo inocente percute sobre el vientre de la piedra provocando los signos de la felicidad.

Sobrepasado por el clamor de las semillas, aturdido por la benevolencia del destino, confuso, tal vez, ante tan evidente milagro, el futuro se reconcilia con su origen y lo que ha de venir se deja contemplar como una simple costumbre de la vida. Bajo la lluvia.

Indefenso ante la contundencia de la manifestación, el que así recibe el signo renace en el olvido: el no lugar de toda percepción.

Más allá del cuerpo y el alma. Bajo la lluvia.

El que se busca se expone a la ternura.

EL INVIERNO (Fuyu)

Pleno en su intimidad, crece desde los ocres a los grises, antes de inaugurar el blanco donde encuentra reposo el 'verde ácido de la humedad que conduce la mirada hacia un recodo del futuro. Surge entonces el verde, más allá.

El silencio, entonces, comienza su lenta descomposición hasta que cada hombre reconoce su significado y lo acuna en susurros casi imperceptibles. Canciones de cuna en la ceniza.

Gravita, al fin, un hilo de ausencia que entreteje la Realidad, para que el mundo retorne a su propia emergencia. Inagotable.

Incomprensiblemente, la desolación se torna nutricia de algún modo y cada soledad, en un gesto de ternura ajada, se convierte en ubre, derramándose sobre lo que se oxida.

Algo que era íntimo y doloroso se apacigua ante la madre del silencio. Lo que va a ser, clama.

El que se busca hace fértil al mundo.

EL PEREGRINO (Junrê-Sha)

Desnudo de todo pensamiento, hacia el reino interior de la actitud, el buscador de sendas advierte el no lugar de toda decisión.

Desde la leve consistencia del lenguaje, como una antorcha a punto de desaparecer, descubre, acaso, el modo de interpretar el horizonte.

Algo que pertenece al tiempo de la vida medita más allá de la inquietud. Algo desprovisto de razón parece florecer en la sublime orfandad de la existencia.

Cada cual debiera aventurarse hacia su nadie pleno. A su modo, todo lo que palpita, incluso el hombre, busca a ciegas la música que le ayude a danzar hacia el silencio.

El porvenir reúne sus vacíos.

El que se busca no tiene donde ir.

José Manuel Martín Portales

BÉCQUER, GUSTAVO ADOLFO - POEMAS MÍSTICOS-

RIMA VIII

Cuando miro el azul horizonte
perderse a los lejos
al través de una gasa de polvo
dorado e inquieto,
me parece posible arrancarme
del mísero suelo,
y flotar con la niebla dorada
en átomos leves
cual ella deshecho.

Cuando miro de noche, en el fondo
oscuro del cielo,
las estrellas temblar, como ardientes
pupilas de fuego,
me parece posible a do brillan
subir en un vuelo
y anegarme en su luz y con ellas,
en lumbre encendido
fundirme en un beso.

En el mar de la duda en que bogo
ni aun sé lo que creo:
¡sin embargo, estas ansias me dicen
que yo llevo algo
divino aquí dentro!...

RIMA XLVII

Yo me he asomado a las profundas simas

de la Tierra y del Cielo,
y les he visto el fin, o con los ojos
o con el pensamiento.

Mas, ¡ay!, de un corazón llegué al abismo
y me incliné por verlo,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡tan hondo era y tan negro!


RIMA XC.- ES UN SUEÑO LA VIDA

Es un sueño la vida,
pero un sueño febril que dura un punto;
cuando de él se despierta,
se ve que todo es vanidad y humo...


¡Ojalá fuera un sueño
muy largo y muy profundo:
un sueño que durara hasta la muerte!...
Yo soñaría con mi amor y el tuyo.

RIMA XCV.- LA GOTA DE ROCÍO

La gota de rocío que en el cáliz
duerme de la blanquísima azucena,
es el palacio de cristal en donde
vive el genio feliz de la pureza.

Él le da su misterio y poesía;
él, su aroma balsámico le presta.

¡Ay de la flor, si de la luz al beso
se evapora esa perla!

RIMA LXIX

Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos,
¡Tan corto es el vivir!

La gloria y el amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos.
¡Despertar es morir!

RIMA X

Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.

Oigo flotando en las olas de armonías
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
¡Es el amor que pasa!

RIMA IV

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá poesía!

Mas, ¡ay!, de un corazón llegué al abismo
y me incliné por verlo,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡tan hondo era y tan negro!

Gustavo Adolfo Bécquer


AURORA

A mi hermana

Amanezco muy pronto y te huelo.
Tras la Mar, escondida,
se derraman tu risa y tu aliento
sobre estrellas dormidas.

De rojo y azul pinté un deseo,
rosa no florecida,
y plantaste en mi huerto sin flores
tu graciosa semilla.

Soledad de niño entre gigantes,
una fiesta aburrida
que llenaste de miel con dos gotas
de Amor en tus pupilas.

Con tu paso camino completo,
a mi lado respira
la mitad de mujer que me falta
para entender la vida.

En la aurora reflejas tu cara,
en la aurora te miras,
y la aurora dibuja tu nombre:
Aurora, hermana mía.

Luis Angel Barquín

LAURA

A Laura Martín Delgado

Desde tu leve nombre, apenas un latido,
te asomas y saludas como una verde llama.
Y descubro tu estrella, que emite rayos negros;
al reírte, semejan siderales pestañas.

Tierna rama de almendro, siempre en flor, siempre hermosa,
frágil embajadora de la paz derramada,
cuando escuchas, respondes, y cuando hablas, explicas.
La energía te sirve cual poderosa dama.

Ojos te dio el olivo, trasparente aceituna.
Al mirar, con tu aceite curas todas las llagas.
Y en tus pasos de gata, caminando en silencio,
a todas partes llegas con serena zancada.

En tus manos pequeñas, guardas enormes perlas.
En tu cuna de niña, los peluches te cantan.
En tu pecho, repican las aguas cristalinas
que manan en las cumbres de la nieve dorada.

Y aunque tú no me dieras tus lágrimas, tu aliento,
ni tu abierta sonrisa de morena esmeralda,
quiero yo desearte un Feliz Aniversario
en éste que es tu día, silente Flor de Pascua.

Luis Ángel Barquín

PUENTES DE LUZ

A mi madre

No me alcanza el vivir para quererte,
ni me basta la luz para mirarte,
ni el silencio me sirve al escucharte,
y hasta me falta piel para tenerte.

Pero me sobra sed para tenderte
tiernos puentes de luz con que ayudarte
a cruzar hasta mí para entregarte
la pureza que no supe ofrecerte.

Voy regando las flores de mi casa
con lágrimas azules de ese cielo
donde tus ojos cada noche encienden

una nana de sombra que me abrasa
y mi conciencia lleva hasta el desvelo:
puentes de luz que mis ojeras tienden.

Luis Ángel Barquín

LA AMISTAD ES POSIBLE

A Pedro Ayerra Díaz

Amigo Pedro, amigo
cabal, sensible espada
que vas conmigo siempre
a tan corta distancia,
¡Cuántos años nadando
por éstas, nuestras aguas!
¡Cuántos Soles y Lunas
bendijeron la causa,
con sus rayos y guiños,
de esta amistad hermana!

Los tiempos, que nos miran
desde la encrucijada
donde nuestras dos voces
unieron sus palabras,
lloran y ríen alto,
de pie gritan y exclaman
que la amistad que suelda
con luz nuestras dos almas,
no es cosa de un momento,
ni de modas ni falsas
promesas ni razones:
es fiel ofrecimiento
que nunca busca nada.

Amigo Pedro, hermano
que has sufrido la falta
de tu Blanca Paloma
a una edad tan temprana,
que has sabido de esfuerzos,
sinsabores, y escarcha
por los largos inviernos
donde la risa calla,
ahora, bailan tus botas,
ahora, luce tu lámpara
con señales de sueños
alcanzados por gracia
de tu fe inquebrantable,
que corona montañas.

La sencillez domina
el ademán que gastas
en tu pisada noble
o en tu frente sin tacha.
¡Gracias por ser tal cual,
por ser quien eres, gracias!
Con sólo tu presencia,
es más leve la carga.

Luis Ángel Barquín

MARINERO DEL MONTE

A mi padre

Marinero del monte,
Marinero.

Vigía de la montaña
en tierras altas de España,
bajaste del alto al llano
para cogerme la mano
y guiar mi tierna estancia
con paso firme y con gracia.

Marinero sin remos,
Marinero.

Aventurero de rutas
nunca exploradas, que escruta
con magia gris en los ojos
el rumbo menos lluvioso.
Aventurero sin mapa,
sin espadas y sin capa.

Marinero del chiste,
Marinero.

Con el corazón abierto,
repartes rimas en versos
cristalinos y directos,
como la flecha de un cuento
que mira al Sol en su vuelo
sin regresar nunca al suelo.

Marinero sin tiempo,
Marinero.

Con júbilo jubilado,
desafías confiado
al duro roer del tiempo
y así, momento a momento,
en la alegría del juego,
encuentras amigos nuevos.

Marinero sin Patria,
marinero.

Perdiste pronto la Patria,
en una larga batalla.
Ahora Ella vive en tu pecho,
por Amor y por derecho.
Sin darle nunca la espalda,
la llevarás en tu Alma.

Marinero, te quiero,
Marinero.

Para compartir dolores
y alegrías como flores,
el hijo del Marinero,
con pulso libre y sincero,
te dedica este poema
y un te quiero como lema.

Marinero poeta,
Marinero.

Luis Ángel Barquín

EL ÁRBOL FELINO

A José Sánchez García

El Árbol ha crecido,
tiene ramas y hojas
y, en su presente limpio,
el aire le transporta
al valle donde el fruto
le hará probar la Gloria.

El Sol que dentro brilla,
le cosquillea la sombra,
salpicando de estrellas
sus regiones remotas,
y planta un rayo de oro
en su centro.

xxxxxxxxxxxxLas notas
que en su raíz florecen,
suben hasta la copa,
donde los pensamientos
se deshacen en sordas
lentitudes de aplausos
con una mano sola.

Y si el árbol se mueve,
en gato se transforma:
los frutos se hacen ojos,
las ramas, sigilosas
patas de tigre viejo,
la raíz se hace cola,

para sentir la Tierra,
se hacen garras las hojas,
el tronco se hace tronco
de líneas armoniosas,
y la callada savia se hace sangre
de gotas vigorosas.

Si el gato tiene hambre,
se estira y se coloca
en círculos concéntricos,
de concienzudas formas
y, en silencio despierto,
la intuición le transporta,

en un único gesto
de repentinas ondas,
hacia su esquiva presa
que sorprendida, al punto se desploma.
Y el gato, ya sin hambre, se relame
de gusto, y se incorpora

a contemplar la puesta
de Sol, en esa hora
en que la luz le enciende los bigotes
cual menudas bengalas silenciosas,
y así queda, cual un Árbol felino
de Navidad a solas.

Luis Ángel Barquín

ESTHER

A Esther Miguel Delgado

Desde su lindo Edén, verde y castaño,
con asombro me miran unos ojos
de oblicuo párpado y locuaz tamaño,
haciendo saltar todos mis cerrojos.

Sus manos fuertes y tiernas de rosa
llenan el aire de pequeños giros
mientras que, a su lado, una mariposa
mira con alas llenas de suspiros.

De la Luna bajaste en un trineo
con tu chica maleta de inocencia
para llenar de paz y de recreo
un callejón sin luces por tu ausencia.

Un cuento de enanitos y gigantes
me inventaré para contarte un día
y, así, recordar cómo yo era antes
y soñar otra vez con fantasía.

Luis Angel Barquín

MARINA -II-

A Marina Conde Delgado

Marina,
como un cristal de Mar,
tu impredecible y transparente risa,
unas veces, refleja el navegar
de los barcos de vela,
y otras, es puro prisma que, sin prisa,
descompone la estela
de la Luz al pasar.

Marina,
caracola de Mar,
en el arpa bermeja de tu pelo,
vibran rubias corcheas al besar
un Sol enamorado,
con labios de celeste caramelo,
tu rostro dibujado
por la sal al brillar.

Marina,
como una flor de Mar,
tus pétalos son olas que se posan
sobre los tristes ojos del mirar
de delfines errantes,
llenándolos de azules que rebosan,
líquidos y fragantes
lirios de tu soñar.

Marina,
cual alondra de Mar,
tus brazos de marea dibujada
por la tímida Luna al respirar,
son las alas de brisa
que al ocaso se llevan mi pesada
sombra, negra camisa
que es Alma en tu volar.

Luis Ángel Barquín

EL VIGÍA

A Jesús Conde Lorenzo

Caminando al azar por un sendero,
me topé con los ojos de un vigía,
y al cruzar su mirada con la mía,
pude ver, un instante, el mundo entero.

Descubrí un corazón sensible y fiero,
contemplé un corazón de fantasía,
mi gozar fue del suyo compañía,
su dolor fue del mío compañero.

Hoy, subidos al mástil de su vista,
panaceas buscamos de alquimista
y encendemos un fuego que no abrasa.

Coco a codo, la muerte nos traspasa,
codo a codo, remamos hacia el sueño
donde todo se logra sin empeño.

Luis Ángel Barquín

A Amparo Blanco Gutiérrez

Sé que has gastado el corazón del llanto,
sé que has subido la trágica cuesta
del olvido, con la sonrisa puesta
sobre los negros labios del quebranto.

Que has reído y gozado, sé, y por tanto,
sé que reserva tu conciencia enhiesta
una flecha de Amor en su ballesta
para matar el hambre y el espanto.

Y sé que anhelas que acontezca el día
en que a la Luna cuentes tus desvelos,
y su redonda soledad te bese.

Y por último, sé que la armonía
de tu fulgor, será para los cielos
una lluvia de estrellas que no cese.

Luis Ángel Barquín

SOLES DE AMANECER Y ANOCHECER

-Los ojos de Juan Ramón-

A Juan Ramón Jiménez

Se llevó sus palabras el Poeta,
dejándonos a solas con su música,
música contenida y expandida
por el vuelo de su sonrisa blanca.

Levantó su conciencia hasta su techo
de siderales límites abstractos,
llenándose de luz, de paz, de fe,
de Todo, en una Nada concebida.

Dejó su amor, en tierra, a los mortales
que, pudiéndole amar o sin poder,
por sus ojos mirasen y a los de él
-Soles de amanecer y anochecer-.

Y me has dado la Vida de tus versos,
ausencia de ti todo, en tu poesía,
ya para siempre pura y al servicio
de mi latir, con nuestros corazones.

Luis Ángel Barquín

LOS REFLEJOS DE TU TACTO

A Federico García Lorca

Donde los gitanos beben,
en el manantial del llanto,
un niño ríe desnudo,
con dientes de verso blanco.

Trae su flequillo reflejos
de Luna, de Mar, de un algo
tan musical y distinto,
que es tan dulce como amargo.

Sobre un sombrero, llegaste
grana, celeste y dorado,
coloreando las dudas
de los ánimos opacos.

Semillas de Luna roja
brotaron por los costados
del sendero que, cual toro,
pisaste sencillo y bravo.

Aventurero en la noche
más oscura de los campos,
cuando el metal de la sombra
cubrió de muerte tu rastro.

Murmuraron los olivos,
los perros -¡todos!- aullaron,
los pájaros, a las ramas
ataron sus picos mágicos,

los toros, todos de luto,
derribaron los cercados,
y sangraron las muletas
de tus toreros hermanos.

¡Federico, Federico!,
lava tu nombre el pecado
de los que nunca quisieron
ver el alma de tus labios.

Donde se oculta la pluma
de los poetas, un raro
farol lanza intermitencias
de blancos y verdes rayos.

Me nacieron los oídos,
con versos iluminados
desde tu limbo de azules,
donde duermes trabajando.

¡Federico, Federico!,
das corazón a mis pasos,
cuando sueño con cristales
donde reflejas tu tacto.

Luis Ángel Barquín

martes, 23 de septiembre de 2008

PARA TI

Ayer busqué para ti,
dentro de mí, sin aliento,
algo hermoso, delicado,
completo, mas no hallé nada.

El silencio
quiso premiar la insistencia
de mi anhelo,
las lágrimas en mis ojos
-¡tan abiertos, tan cansados!-,
con un regalo: estos versos.

Versos que son para ti,
sin ser míos por entero;
versos que son, para mí,
naves frágiles
por el mar de tu misterio.

Encontrarte, abandonarte,
son las puertas
siempre abiertas de tu tiempo,
y tu espacio
es el mío si lo quiero
sin pensarlo, si lo acepto.

Para ti son estos versos,
lo más bello que no tengo
porque nunca han sido míos
por entero,
porque fueron siempre tuyos
quizá sin saberlo tú,
y acaso sin yo saberlo.

Luis Ángel Barquín

SI NO PERMITES...

Si no permites que la luz de la franqueza
de un amigo ilumine
los rincones más negros de tu casa,
esos que más temes mirar e ignoras
por vergüenza u orgullo,...
...morirás angustiado, defendiéndote
del ataque que nunca se produce.

Si no contemplas, absorto, el leve mundo
de las hojas dorándose
a la luz de la tarde, y no te olvidas
de todo por un rato,
disfrutando como por vez primera
de la música alada de los pájaros,
sentado en tu butaca de silencio,...
...morirás sordo y ciego,
rodeado de tapias invisibles.

Si no ofreces asiento, de vez en cuando,
a algún extraño en tu mesa,
compartiendo con él su soledad, la tuya,
hasta sentir que algo os has unido en lo más hondo,
hasta notar que ya lo conocías
cuando erais sólo niños
y jugabais en una playa limpia
con las olas y el viento,...
...morirás apretando fuertemente
una mano de plástico.

Si no quemas cada noche, libre,
en una hoguera de serenas llamas
tus éxitos de cera y tus fracasos de yeso,
si no encuentras placer en ser tú mismo,
sin adornos, ni máscaras que velen
tu sonrisa más tierna y tu llanto más frágil,...
...morirás aplastado por millones
de minutos de plomo y no habrá un lecho
de paz para tus huesos.

Luis Ángel Barquín

RUISEÑOR

A Pedro Ayerra Díaz

¿Por qué cantas,
por qué interpretas, ¡amigo!,
nuevas piezas,
nuevos himnos,
hoy, que nadie está en la calle,
hoy, que llueve y hace frío?

Nadie escucha,
nadie mira hacia tu nido,
donde limpias tu plumaje
con sigilo,
donde tu música alcanza
nuevas notas, nuevos ritmos,
inéditas armonías
y compases inauditos,
que florecen cada instante
como lirios
eternos, que aman y sueñan
de tu rama suspendidos.

Yo lo sé,
otro amigo me lo ha dicho.
Ahora sé por qué tus trinos
vuelan y vibran distinto,
más profundos y románticos,
envueltos en un prodigio
de cascadas,
lagos, bosques, y castillos
de altas almenas, con puentes
levadizos…

…Una luz te ha enamorado,
una llama se ha prendido
en tu pecho,
y tu corazón, rendido
a su danza,
a su calor y a su brillo,
se propaga como el fuego,
avanza ya como un río
hacia la dama que espera
tu amor como su destino,
y hacia su amor, que es el tuyo,
¡tu destino, amigo mío!

Luis Ángel Barquín

SER

¡Adelante,
rompe la vasija
en mil trozos!

Ya está rota, ¡detente!...
...Ahora, hay espacio y silencio
sin forma ni contenido.

Escucha sin el oído,
siente,
estira tu tacto y palpa
sin buscar nada.

Estás aquí, y eres uno
por primera vez...
...Y eres todo, y tú lo sabes
sin pensar.

Gozas del Vacío.
¡Nada!
La muerte no te da miedo,
paladeas
tu ausencia en el tiempo.

Lleno,
luz eres de amor,
siempre,
corazón que vuelas ya.

Luis Ángel Barquín

POESÍA

Con las palabras,
ni aun haciéndolas mías,
no logro hablar de ti, tan sólo apunto
hacia las señas de donde estuviste,
donde estarás acaso.

Donde tú estás, cuando tú eres,
no es un lugar, ni un momento tampoco…
…es preciso morir en cada verso,
en cada pausa,
para encontrarte, para oírte –¡sí!-
por todas partes
y eternamente.
XXXXXXXXXXSólo sé invitarte,
oler tu paso, distinguir tu huella,
acariciar la estela que te sigue,
rozar apenas
las sombras más recientes de tu mano,
dejar abierto
un balcón por si vuelves esta noche…
…¡mujer, amiga,
amada, y más amante,
entrañable y extraña,
fugaz a tu manera!

Vuelas tan alto,
tan hondo duermes, sueñas,
te alejas, te aproximas, tan veloz,
tan lentamente te derrites
o te evaporas,
eres tan ágil y con tanto peso,
que sólo el alma puede
ser el espejo donde ver tu rostro.

Luis Ángel Barquín

REFLEJO

Al alma con que soy, con que no soy

En un charco del tiempo detenido,
pude ver un reflejo – mi reflejo –
que no tenía rostro, era alma sola
mirándome a los ojos desde dentro
de este mirar.
XXXXXXXXXXXXXXUn era que ahora es,
que siempre se recuerda sin palabras,
sólo con luz de aquel reflejo solo.

Luis Ángel Barquín

MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS

Más allá de las palabras,
la vida se ve, se toca
la esencia, se huele el mundo,
la claridad se desborda,
se disfruta,
se degusta cada cosa,
se escucha cada sonido,
cada silencio se nota,
el vacío, del vacío
se enamora,
se abraza la realidad,
se concibe lo sin forma,
sin los límites
que el pensamiento elabora.

Más allá de las palabras,
no hay historia,
los pronósticos no nacen,
todas las fechas se borran,
los caminos se hacen uno
sin fin ni principio, sobran
los deseos,
la necesidad es poca,
se han fundido
en un alma las personas,
no hay preguntas, ni respuestas,
no hay victorias
que celebrar o sufrir,
no hay derrotas.

Más allá de las palabras,
no estás sola
ni solo yo, no sonrío,
nunca lloras,
no se piensa, no se sufre
ni se goza,
yo no nazco, tú no mueres,
se abandona
la idea que no da fruto,
los sentimientos se posan,
la pasión se ha comprendido,
flotamos sobre una ola
inmensa, que abarca todo…

… pura, la poesía brota.

Luis Ángel Barquín

FLOTANDO

No muy lejos de la tierra,
ni muy cerca,
nuestros dos cuerpos se colman
de una gravedad ligera.

El ánimo construimos
con nubes, plumas, esencias…
Así, pulmones y alas
descubren lo que les pesa;
así, el aire
es como una nueva tierra;
así, el paso
se deshace de su huella.

En el ámbito de nadie,
sin fronteras
que cruzar, ni itinerarios
que cubrir, la voz se llena
de silencio,
los brazos baten la pena
del alma, el sol conocemos
sin refugios, más de cerca,
la luna es algo más fría,
menos hermosa y poética,
menos blanca, el corazón
late apenas
por no romper el encanto
con el pulso, su presencia.

Una oración nos invade,
lo sagrado nos rodea,
sentimos cómo la parte
común de los dos se eleva,
y cuando alcanza la franja
donde callan, donde sueñan,
los violines del amor
-no muy lejos de la tierra,
ni muy cerca-, nos quedamos
allí flotando, cual niebla,
buscando sin la mirada,
como a tientas,
nuevos límites del tacto,
del equilibrio… y me besas;
te correspondo.
XXXXXXXXXXXXUna estrella
nos da un momento de luz
y, al instante, se lo lleva.

Sin recordar nuestro peso,
nos abrazamos. La niebla
se desvanece. En el aire,
no lejos del suelo, quedan
flotando dos corazones
y un amor… la tierra tiembla.


Luis Ángel Barquín

MARIPOSA -II-

He atrapado con las manos,
en mis sueños,
una extraña mariposa
para ti. No es como esas
otras mariposa vivas
que vuelan y que se posan
sobre tus flores. Es una
que no vuela,
no ha volado, ni lo hará
por el azul de los campos,
de las montañas, los valles,
la ciudad…

Ella vuela sin mover
las alas, ni conocer
los rumbos, ni despertar
jamás de su dulce sueño
de fantasía. Viaja
siempre sola, soñadora
por nuestra imaginación
-tuya y mía-, tan feliz
porque te conoce y porque
pronto la conocerás,
porque sabe
que la atrapé para ti…,
que se ha posado en tu hombro,
silenciosa
-aunque no te has dado cuenta-,
que te recita un poema,
con su acento
claro y profundo, al oído
-pese a que no oyes su voz-…

Un poema
que ahora escribo, junto a ella,
para ti,
en el que sueña mi amor
con tu amor…

Poema que ella te lleva
en un vuelo
de nuestra imaginación
-tuya y mía,
para que pronto lo lean
tus oídos y lo escuchen
tus ojos, junto a sus quietas
alas;
para expresarte –en un sueño-
los silencios, las palabras,
que brotan desde mi amor
cuando duerme con tu amor.

Luis Ángel Barquín

NATURAL

Hilo ajeno a tu muerte y nacimiento,
a tu vida aparente; misterioso
caudal de lo evidente, luminoso
sentido de lo oculto en movimiento;

tu gesto lo contiene y en tu aliento
expresa su poder; es prodigioso
para unos ojos limpios y es hermoso
por no tratar de serlo; nunca es lento

ni rápido, tan sólo manifiesta
tu amor, que sigue el ritmo de la vida;
nunca lo alcanzas, late en ti, cordial;

si te rindes a él, es una fiesta
tu corazón; su luz en tu alma anida;
lo eres sin saberlo: natural.

Luis Ángel Barquín

AHORA

Me miras. Me preguntas si te amaré mañana,
el mes que viene, dentro de veinte o treinta años…
Y no lo sé, no puedo descifrar el futuro,
sentir mi corazón más allá de este instante.

Sé que te quiero hoy como sé que la lluvia
me moja cuando miro tu ventana esperando
a que te asomes, como siento tus manos frías
calentarse en mis manos, como brillan tus ojos.

No me pidas pronósticos, no mires a tu espalda.
No escuches a esas voces que siempre se repiten.
Dame tu confianza, y quédate este rato
conmigo, en el silencio, descalzos, inocentes.

Todo mi amor está vertido en este ahora,
igual y diferente a todos los ahoras
que nos dan su cobijo, que nos visten y nutren,
que llenan y vacían de vida nuestras copas.

Ahora sí que te amo, ahora, eternamente…
Si logras darte cuenta de ello, te hundirás
en el mágico río que empapa nuestras almas,
cuyas aguas no corren porque han llegado ya.

Luis Ángel Barquín

TE ESPERO MÁS ALLÁ

Te espero más allá de las palabras,
del dolor, del placer,
de la emoción,
más allá de la espera,
de todo.

Te espero ya sin más,
sin esperanza,
sentado, desbordado
por el tiempo, rendido
al abandono de mis propias fuerzas,
vencido.

Te espero más allá de los recuerdos,
de los anhelos,
de los momentos que vivimos juntos,
de los momentos que hayan de venir,
más allá de quimeras y utopías,
más allá de las lágrimas,
de los reproches,
más allá de las dudas.

Te espero como un árbol a la lluvia,
meciendo cada rama con el viento
que se acerca a su tronco,
nutriendo cada hoja con los rayos
del sol, durmiendo apenas
bajo los rayos de la luna, siendo
un árbol solo, un hombre solo, siendo
soledad que te espera más allá, siempre, joven
hasta que vuelvas, si es que vuelves, tú.

Luis Ángel Barquín

LUZ DE MARZO -VI-

No espero ya tu vuelta. Ya no anhelo
saber de ti, ni te echo en falta. Siento
tu piel a cada paso. Mi momento
lo llenas con tu ser, alma de cielo.

Tus alas me has prestado: gozo el vuelo
del pájaro o el rayo; paso al viento
cuando en tus brazos voy. El firmamento
ya no es extraño para mí, es tu pelo.

Nacida en marzo -tú-, a la primavera
se asoma tu susurro, y la convierte
en una vida nueva, enamorada.

Te has encarnado en mi pasión primera.
Mujer y luz, eres al tiempo. ¡Suerte
que te he encontrado, amante, azul, callada!

Luis Ángel Barquín

PRELUDIO

Hacia una luz oculta en un espejo,
una sombra que vio mi fantasía,
una voz silenciosa que vivía
en mi oración; en busca del reflejo

de un perfil sin figura, del bosquejo
de una mano tendida hacia la mía,
de un eco que aprendiera mi poesía,
de una piel que sanase mi pellejo;

en pos de un solitario corazón
que latiese al compás del mío, en pos
de un perfume de flor desconocida

que me embriagara, en busca de un rincón
para volver mis ojos hacia Dios
y despertar; te hallé para mi vida.

Luis Ángel Barquín

GRACIAS

Gracias por elegir estar conmigo
-a veces-, por abrir tu corazón
-otras- al mío, por tu compasión,
que aúna sencillez, tacto y abrigo;

gracias por ser así, porque contigo
he descubierto cuál es mi misión
-ser este hombre-, porque tu canción
es fruto del silencio que persigo;

gracias por respirar aquí a mi lado,
por hacerlo más lejos -en la ausencia-,
sintiendo siempre el ritmo de este pecho;

gracias por dar sabor a mi bocado,
luz a mi rostro, paz a mi paciencia;
olvidando, en el acto, que lo has hecho.

Luis Ángel Barquín

ESCUCHA

¡Escucha, por favor, escucha! El viento
llega con un mensaje para ti,
sin palabras, ni peso. Se lo di
para hacerte sentir lo que ahora siento.

Escucha cómo, con el movimiento
de sus alas sin forma, te habla mi
corazón de un eterno amor... así,
sin razón ni dolor, tranquilo, atento.

Escucha, por favor, la pausa llena
de matices que el aire hacer vibrar
para besar el centro tu oído.

¡Escucha atentamente, un arpa suena
en las manos del viento! Quiere entrar
por tu balcón un vals desconocido.

Luis Ángel Barquín

ESTE INSTANTE

Una vida no es nada
para vivirte a ti.

Conocerte es morir
muchas veces, nacer
otras tantas, vivirte
a través de las vueltas
que sin cesar dibujan
la noche con el día,
es bailar y cantar
a tu lado, al compás
del latido del mundo,
presentirte y seguirte,
perder tu rastro, hallarlo
cada vez que lo pierdo,
buscarte sin desmayo.

Amarte, lleva vidas
enteras aprenderlo…
Supone ser la sombra
que unida va a tu cuerpo,
la otra que te sueña
con miedos e ilusiones,
ser parte de la luz
que te rodea, parte
de la luz que ilumina
tu rostro cuando brilla.

Sentirte es el regalo
que me ofrece el presente
sin que yo se lo pida.
Regalo para ser
dos personas en una
-niño y hombre a la vez-,
para jugar sin premio,
ni castigo, ni reglas,
disfrutando este instante,
que es todos los instantes.

Luis Ángel Barquín

ABRAZOS

De un abrazo,
árbol tierno que protege
nuestro amor,
nacen otros, frutos limpios
y jugosos.
XXXXXXXXXXUn abrazo
es, así, muchos en uno.
Se sienten todos al tiempo,
rodeando
nuestra espalda, nuestro pecho,
refugiándose
nuestras almas en el círculo
del solo abrazo.
XXXXXXXXXXXXSe funden
dos corazones en uno.
Y se besan -sin los labios-,
en los infinitos puntos
del contacto,
dos pieles, dos universos,
en la sensibilidad
del hogar que añora el cuerpo.

Luis Ángel Barquín

ESPACIO

Entre dos besos tuyos,
próximos, similares,
es cuando más te siento:
eres sólo tu alma,
en ese espacio habitas,
donde yo no te pienso.

Un par de abrazos tuyos,
los vivo como orillas
de un mismo mar, tu mar:
en esas aguas bebo
tu esencia, que me colma
de ti, sin saber cómo.

Me miras, no me miras,
me vuelves a mirar…
Entre esas dos miradas,
me pierdo en un viaje
sin cuerpo, ni memoria:
te vivo entre las dos.

Me amas, no me amas,
vuelves a amarme… y entre
tus dos amores, siento
la vibración de algo
donde nos encontramos:
la luz del mismo espacio.

Luis Ángel Barquín

ORACIÓN

Dime qué anhelas
más hondamente…
Siente primero,
luego vacíate,
piensa después…

Y, por fin, háblame
desde tus ojos
-húmedos casi-,
desde tus alas
-casi nacientes-,
desde tus pies
-lindos y fuertes-,
toda tú erguida
sobre tu amor:
¡Dama de Dios!

Seré la escucha
de tus palabras,
la caracola
de sed, sin fondo,
de tu pasión.
Seré la tierra
íntima y fértil,
donde tus lágrimas
se posarán,
leves semillas
del despertar:
tu claridad.

Seré el oído
de tu silencio,
ese que guardas,
desde pequeña,
como un juguete
precioso y frágil
de tu rincón.
Con el que sueñas
que vuelas alto.
En el que nadas
tu libertad.
Desde el que miras
y te sonríes,
o creces tanto,
tan alta y pura,
que el universo,
todo ya en ti,
te siente amar.

Dime qué anhelas
más hondamente…

Tiende sus manos,
¡Dama!, hacia el Sol…

Y espera siempre,
donde te encuentres
con tu silencio,
el eco mágico
y el fiel reflejo,
de tu oración,
mi corazón.

Luis Ángel Barquín

PALABRAS PARA EL AMOR

Te amo en silencio
con las palabras;
no, con las tuyas,
no, con las mías:
las de los dos.

Esas palabras
que construimos,
que pronunciamos,
sílaba a sílaba,
juntos, tú y yo.

Con las palabras,
todo es sencillo:
sentirte, amarte,
sentir que me amas,
tu corazón.

Con las palabras,
vuelo sin peso,
noto las alas,
firmes viajeras
hacia tu voz.

Sin las palabras
tuyas y mías,
mías y tuyas,
la vida esconde
la luna, el sol.

Con las palabras
puedo ser niño,
puedo ser hombre,
ser un poeta,
tu ruiseñor…

…Palabras sueltas,
casi olvidadas,
palabras huérfanas
que adoptaremos
para el amor.

Luis Ángel Barquín

CARTA

Para envolverte
con los silencios
de las palabras
que no te dije;
para olvidarme
de los recuerdos
que de ti tengo,
y descubrirte.

Para encontrarte,
con dedos limpios,
sobre el papel,
bajo la pluma,
y recorrerte,
y acariciarte
de otra manera,
para sentirte.

Para perderme
de noche y día
por tus imágenes,
para soñarte;
para escucharte,
para mirarte,
para apreciarte,
para vivirte.

Para intuirte,
con otras brújulas,
cuando te acercas
sin hacer ruido;
para esculpirte
sobre el presente,
o moldearte
con fuego y nieve.

Para llevarte
en mi bolsillo
a todas horas
y en cada sitio,
y conservarte
tierna y afable,
ágil, rebelde,
frágil y fuerte.

Para enviarte
hacia la dicha
hecha de cuentos
y de poesías;
para abrazarte
con otra piel
y en otro tiempo
y en otra parte.

Para expresarte
lo que me expresas,
sin darte cuenta,
con tu presencia;
para decirte
lo que no pude,
lo que no supe:
para escribirte.

Luis Ángel Barquín

INTUICIÓN

A Jesús Conde Lorenzo

Si sientes que vigilan
tus pasos las estrellas,
que múltiples y mínimos milagros
se acercan y te besan;
si encuentras melodías
dormidas en las teclas
de tu piano; entonces, ten presente
que la intuición despierta.

Si posas tu pureza,
intacta, en las camelias,
y las camelias posan en tu fondo
sus ánimas de seda;
si habitas, de repente,
praderas y cavernas,
olas y nubes; ten presente, entonces,
que la intuición despierta.

Si lágrimas perdidas
a tu mirar regresan,
y aclaran tu pupila, y ves el mundo
llorar, por vez primera;
si amigos y enemigos
confunden su silueta,
y aprendes de tus sueños; ten presente
que la intuición despierta.

Si esperas el otoño,
y si el invierno anhelas;
si aguardas el verano, si hay deseo,
en ti, de primavera;
si giras, y en las vueltas
no pierdes la cabeza;
si en círculos caminas, mas en círculos
tu corazón no encierras;
si tienes en tus manos
un arco y una flecha,
y el tiempo se ha parado; ten presente
que la intuición despierta.


Luis Ángel Barquín

CERO -Wu Chi-

A la ‘Escuela Wu Chi’

Sólo un cero puede amarte,
conocerte,
saber, de verdad, qué vigas
te equilibran,
que pilares te sostienen
sin esfuerzo.
XXXXXXXXXXSólo un cero,
representante no electo
de los sin número, sabe
cómo te sientes a veces:
ágil, sin huella, desnuda.

Un cero puede mirarte
desde dentro, hacerse chico,
diminuto, un punto sólo,
ser tu centro.
XXXXXXXXXXXUn cero puede
abrazarte inmensamente,
ser tu sombra, acompañarte
sin que puedas darte cuenta,
como el aire.
XXXXXXXXXXXSólo un cero
entiende tu soledad,
y hace una fiesta con ella;
Sólo él
busca y disfruta tu ausencia.

Un cero vela tu sueño
cuando la luna se esconde.

Un cero te abre las alas
del futuro. Un cero pone
en tus manos el espacio
donde puedes refugiarte
cada día.
XXXXXXXXXXXXXSólo un cero
te ha querido desde siempre,
sólo en él te sientes llena,
sólo en él todo es posible,
sólo él no te lastima.

Sólo él, un hueco, nada,
sólo un cero.


Luis Ángel Barquín

EL PASEO

Soñé, mucho después de morir
y mucho antes de nacer,
que era yo, mi verdadero yo,
un paseante por la eterna vida
del momento único, retenido presente
por no sé qué mano universal,
siempre actual presente, simultáneo
en tierra y raíz, tronco y hojas,
y carnoso fruto, siempre en rama.

Y soñé, como sueñan los ángeles
con la tierra prometida y anhelada,
que todo era un paseo sensitivo, sin cuerpo,
por una senda parda, sobre naranjas,
rojoscuras y doradas hojas,
en un crujir feliz, majestuoso,
por el centro de una infinita cúpula,
que el azul redondeaba en inmensa órbita.

Fue la vida que soñé, despierto,
en un limbo de almohadas verticales,
de posibilidades, todas convertidas
en la cadencia del disfrute amplio,
de un sentir
las no-piernas paseantes,
de un intuir
que los aireados no-brazos eran alas,
de un saludar
con la no-cabeza a cada cosa,
todas y cada una, contenidas
en este celestial, mas terrenal, paseo
del todo conocerlo un solo instante,
para después, y como antes, ser paseo
del olvidarlo todo, en un olvido solo.

Luis Ángel Barquín

COMPROMISO

¿Y qué dejaré detrás,
a mis espaldas, el día
en que mi vida no sea
mover, conservar, un cuerpo
coyuntural, defender
estas razones, castillos
de arena seca, que nunca
han sido siquiera míos,
sólo préstamos
a donde me hizo subir
la ignorancia, mi escalera?

¿Dejaré palabras que,
destinadas al olvido,
dormirán en los cuadernos
-ya no míos-,
soñando ser despertadas
por unos ojos, por labios,
curiosos, por un error?

¿O dejaré gestos torvos,
traiciones, guiños de plástico,
corazones dibujados
sin una gota de sangre,
ni de roja tinta, en ellos?

¿Dejaré desvencijados
sueños, antaño quimeras,
o acaso nubes de polvo
sobre un desierto sin sol?

¿Y qué podría dejar
de mi verdadero ser,
huraño para mí mismo,
tras de mi paso por este
camino, tierra pisada?...

…Algo que hablase de mí
mas sin nombrarme: un anhelo,
muy en ti,
de leerme entre palabras,
de mirarme entre reflejos,
de buscarme entre recuerdos,
de escucharme entre latidos…
… regalos que yo, borrado,
te hubiera
dejado con intención,
o sin ella…

…Algo,
algo por lo que quisieras
vivir mi muerte, muriéndote
donde yo, vivo, esperase
sin prisa a que tú llegaras,
donde estuviera mi pausa,
la pausa de estar contigo,
libre pausa, compromiso.

Luis Ángel Barquín