Árbol de los misterios que se cuaja
de flores y palabras, de frutas y sentidos,
semillas del presente
para esperar despierto el nuevo día.
Exploradora de todos los mundos
y portadora de la eterna vida,
su imagen prometida
flota en el lago inmóvil de la ausencia.
Abrazo inextinguible
de la llama que avivael corazón feliz del universo.
Cuando tañe el silencio con sus dedos de diosa,
una música crea la plegaria
que alcanza cada oasis del espacio desierto.
Cuando enciende el pesebre de la paz
con el don celestial de su mirada,
el color crea nuevas dimensiones
e inéditos rincones para amar.
Cuando el hombre la bebe,
una respuesta sin origen calma
y aclara su garganta,
desciende hasta su pecho constreñido,
vertiginosamente lo conmueve
y se posa en el núcleo de su vientre
con el peso de un ángel,
con las alas abiertas de la gracia.
Luis Ángel Barquín