xxxxxxA Soledad Obispo Yela
El límite del sueño determina
tu voluntad, que trata de servir
al cotidiano reto de vivir
muriendo a cada instante, en cada esquina.
El fulgor de tus ojos ilumina
un espacio sagrado: compartir
con los demás la voz de tu sentir
y la razón que es pan de tu doctrina.
¡Nunca sola del todo, Soledad!
Al parecer, el nombre que te dieron
no designa la forma de tu estado.
¡Compañera de nombre y de verdad!,
testimonio de aquellos que tuvieron,
tienen, tendrán, tu ejemplo bien grabado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario