Toda ruta se extiende como razón de ser. Caminar es amar sobre el terreno. Bajo el cielo volar es descubrir el corazón del aire pulsando nuestro pecho, latido etéreo o levedad sonora.
El agua como espacio. La gota es una nada irrepetible que bebe en lo sin forma. Tiempo que fluye en todas las alturas: vapor, hielo, rocío, arroyo, manantial, nube o cascada.
El arder se consume en su palabra. En las manos el fuego de una estrella. Los ojos incendiados por el vértigo doble que asciende y cae, rasgando el pensamiento. La hoguera inextinguible busca el sombrío cráter donde voces dolientes cantan la eternidad.
Todas en una. Posibles porque son los pasos del ahora. Cuando alegres regresen de su propio destino consumado, aquí será la fiesta de los ojos despiertos, desvelados sin cuerpo y sin memoria, errante la mirada en el presente intacto.
Luis Ángel Barquín
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