Por fin, retorno hacia la sola cita
que siempre me ha esperado sonriente.
Voy subiendo hacia atrás, de fuente en fuente,
saboreando el agua que palpita
en mis labios. El viejo sol recita
los versos del espíritu naciente.
La brisa de montaña da a mi frente
el toque de atención que necesita.
Hacia aquí, cénit de la propia hondura,
se funden la cordura y la locura,
en la armonía que lo abarca todo.
Hacia aquí… No pregunto por el modo
de llegar... Dejo el soplo de mi vela
al azar… Mi camino es ya su estela.
Luis Ángel Barquín
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