Ya antes de conocerte te quería
como sueña un viajero su aventura,
cual pupila despierta en noche oscura,
como una nota en pos de su armonía.
El silencio arrastró mi fantasía
hacia la orilla de tu sombra pura.
Allí te imaginé toda hermosura
en los brazos del dios de la poesía.
Y cuando el tiempo quede suspendido,
te seguiré queriendo, agradecido
por aceptar mi amor como presente.
Un antes y un después que son lo mismo
al deshacerse ahora el espejismo:
la misma gota de la misma fuente.
Luis Ángel Barquín
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