La no-mano vacía el espejo de imágenes,
con máximo interés y con apego mínimo.
Espacio que se llena de sí: la suficiencia
de sentirse otra vez pletórico, infinito.
Siguen pasando nubes. Las flores continúan
acariciando el alma. Todavía los ríos
se deslizan en pos de su destino. Un árbol
dejar caer sus frutos a lo largo del día.
La intacta realidad se llena de un sentido
con el que el mundo escapa de solamente ser.
Pintores, bailarines, músicos y poetas,
pescan en el origen de la vida sus obras.
El hombre y la mujer se funden en un beso,
y en un abrazo rompen la división del tiempo.
Alguien, algo, se asoma al borde del espejo,
pero nada ni nadie queda allí que responda.
Luis Ángel Barquín
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