PUREZA

Aquello que ni tú, ni yo, ni nadie,
podremos alterar de ti: un espacio
ajeno al devenir, sordo al desánimo,
mudo a la obstinación de las preguntas.
Aquello que te llena sin sustancia,
lo que distingue tu presencia de otras,
y a todas las sostiene al mismo tiempo.
Aquello que te guía sin esfuerzo,
ni palabras, y limpia tu camino.
Aquello que no cambia, pese a toda
la suciedad que se amontona a veces
sobre su nitidez. Esa corriente
inmóvil con que goza tu silencio,
que lleva a todas partes y a ninguna.
Aquello que te eleva sobre ti,
y te hace ver tu mundo tan pequeño,
que cabe en una lágrima -¡de veras!-,
mientras sonríes como sólo tú
sabes hacerlo. Aquello que respira
por ti cuando tu cuerpo ama y comprueba
que pertenece al mundo. Aquello que
te dona las ideas más certeras,
los pensamientos más originales.
Aquello que te invita a pasear
a veces por la luna, o que incinera
tus miedos hacia el sol, o que te mira
desde tu más adentro y siempre encuentra
hermosa tu existencia, con su luz.

Luis Ángel Barquín