Ahora, por fin, te llegan mis palabras.
Lo hacen, cansadas del viaje. Saben
que tú tal vez no quieras escucharlas.
Quieren tan sólo hablarte con la luz
de la estrella que miras esta noche.
En esta oscura noche, mis palabras
no logran expresar su peso, y vuelan
como pájaros muertos hacia ti,
confiando en nacer en tu mirada.
No me ves. No me hueles. No me tocas.
Una parte de mí se hace silencio
y estremece mi piel por un instante…
…instante que en tu pulso hace su nido
para que, así, tu corazón lo sienta.
Mis palabras son tuyas ya. Viajaron,
como el amor, en busca de otro dueño.
Luis Ángel Barquín
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