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- Luz de marzo
- Compromiso-
- Sonetos para una tarde de verano
- Más allá de las palabras
- Página
- Pulso
- Una luz en la luz
- Dhyana (en meditación)
- Cuaderno del vacío
- Esencia
- Ser
- Poemas de amor
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viernes, 26 de diciembre de 2008

BLANCA

A Blanquita Pozuelo González,
que ha nacido esta noche, Nochebuena


Como la luna cuando, enamorada,
baña en su luz el alma del poeta;
como la nieve cuando cae discreta,
sosegando la tierra y la mirada;

como la nube pasa, ensimismada,
por el azul, sin precaución ni meta;
como la espuma que a la mar completa,
por las olas amantes invitada;

como la sal que, usada en su medida,
da sentido al bocado y a la vida;
como la página que no está escrita;

como esos pétalos de margarita
que posan su ternura en la cuneta…;
Blanca es tu nombre, y blanca, tu silueta.

Luis Ángel Barquín
Madrid, 24 de diciembre de 2008

viernes, 19 de diciembre de 2008

TU DEMANDA

Tu demanda era ser sin tú saberlo. Ser solamente tú, recién nacido adulto. Ser para ser, no más, a cada instante, para oler las orillas de tu propio destino, donde los juncos crecen y los caimanes duermen.

Tu demanda era andar, ser caminante y a la vez camino. Sin separar la tierra de los pies que la pisan, sin saber si el aliento es el viento que vive en cada paso, o eso que borra huellas y horizontes cuando el paso es el todo y la nada es la meta.

Tu demanda era ver al tiempo que mirabas. Sentir cómo tus ojos se posaban en todo, en cada cosa. Contemplar en sus órbitas, intrépidas y alegres, cómo las espirales y las ondas creaban el puro aprendizaje de la vida. Descubrir, con el dolor del éxtasis, los versos de la muerte escritos en las sombras y en las aguas.

Tu demanda era ser tu propia luz. Confiar en el rayo que ha nacido en tu alma para orientar tu mente, para estirar tu cuerpo. Ser un rumbo feliz en el viaje, que se troca, dichoso, por otro rumbo nuevo, curva auténtica, viraje hermoso de la necesidad.

Tu demanda era ser estrella errante, un guía de la noche, donde las voces callan a la fuerza o hablan en susurro, y las almas anhelan despertar. La noche cayó en ti, te dio fulgor de trazo y fuga. Te dio sabiduría para encontrar asilo en la penumbra, y chispa itinerante. Si alguien pretende detectar tu ruta y seguirla después, ha de mirar detrás de lo invisible por el día, y escuchar cada noche la vibración del cielo si navegas con tu traje fugaz.

Tu demanda era abrir el fondo de la tierra, tocar la cúspide del cielo… y hacerlo todo simultáneamente. El fondo de la tierra dio frescura y sabor a tu raíz. Una frescura de saber que creces desde antes, mucho antes, del suelo. Es el sabor de la humildad que vive del esfuerzo callado, definido y ceñido por la tierra. La cúspide del cielo dio abertura a tu anhelo, silencio claro y limpio para borrar deseos y tormentas. En ello intuyes tu devenir sin forma, eternidad que llega sin aviso… Y así, ha crecido un árbol como tú, alma gemela de la tuya, amigo al que te subes cuando el tigre te acecha y tú quieres mirarlo de cerca, desde donde contemplas todos los tiempos de tu espacio, sabiendo que tu árbol habita solamente en el ahora, el tuyo, aquí, contigo.

Tu demanda era amar, y Dios creó la oferta. El amor ha encontrado en ti su nido, tapizándolo de hojas y de abrazos, de síes amplios, cálidos. El amor con que amas te ha dotado de un cuerpo nuevo con el que ofrecerte para acoger mejor, más hondo y más preciso, como el agua de un pozo en el desierto, donde el cielo refleja otra imagen de sí con un marco que cabe en el mirar del hombre.

Luis Ángel Barquín